Su salto a la gloria fue de siete metros con 79 centímetros, conseguido en Xalapa, y pese a que no recordaba con exactitud la fecha, Salomón reconoce que le provoca sentimientos encontrados.
“Es una gran satisfacción y un honor, pero también es una pena que no la hayan superado aún. Ya deberíamos te ner saltadores que estén con marcas arriba de los ocho me tros. Es triste que se cerró el centro de alto rendimiento de Izabal. Ahí perdimos un cen tro de captación de talentos”, afirmó.
Salomón suspira y recuer da que en una competencia oficial estuvo a milímetros de superar los ocho metros, un salto que para su época pudo ser una proeza.
“Me hubiera gustado que el récord fuera de 8.05 metros, porque en uno de los saltos conseguí esa distancia. Lastimosamente fue falta, pedí que midieran y por milímetros no fue válido, eso y no haber clasificado a los juegos Olímpicos de Moscú, donde pude haber tenido una gran actuación, son momentos tristes como deportista”, aseguró.
Rowe destacó también en la especialidad de salto triple En ella ostentó el récord nacional —15.70 metros—, impuesto en 1981, hasta que en el 2006 el también izabalense Maxwell Álvarez pulverizó ese registro —15.91 metros— en marzo del 2006 en los Jue gos Centroamericanos, en Nicaragua.
“Maxwell tenía unas enor mes condiciones. Lástima que prefirió dejar el atletismo por el futbol y se perdió, pero confío en que pronto habrá otro atleta que busque trascender”, manifestó.
Salomón se retiró en 1992, pero siempre siguió activo dentro del atletismo, aparte de ser un extraordinario saltador, corrió los 100 y 200 metros planos; además, en su época, era el cerrador de la Selección Nacional en los re levos 4×100 y 4×400.
En la actualidad es miembro del Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Guatemalteco (COG), desde donde bus ca aportar en favor de los atletas de alto rendimiento y espera ser reelecto en este año de elecciones en el COG.
“Esperamos aportar nuestra experiencia y pasión por el deporte, a veces quisiéramos dar más y que creciera aún más. Disfruté y lloré en Londres aquel 4 de agosto de 2012, cuando Érick Barrondo ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos; ese día lloré como lo hicieron casi todos los guatemaltecos”, expuso.