En el este de Adén, el extremista Al Qaeda ha montado una campaña de insurgencia y terror. Hoy controla tres provincias, incluida Abyan, una franja de 240 kilómetros de reductos montañosos y costas estratégicas a lo largo del mar Arábigo. Asimismo, ha perpetrado ataques terroristas en otras regiones, incluyendo la provincia oriental de Hadramaut, rica en petróleo, y la capital, Saná.
Además de Al Qaeda y las facciones separatistas, Abed Rabbo Mansour Hadi —expresidente elegido mandatario en febrero del 2012, tras la caída de Ali Abdullah Saleh— enfrenta graves problemas internos. A esto se le suma el más de medio millón de inmigrantes somalíes, quienes aumentan la presión sobre una economía de por sí precaria. El agua de Yemen es escasa, y se cree que sus pocas reservas de petróleo se agoten para el 2022. Su población es joven y va en aumento. Para los expertos, esas juventudes desempleadas son una amenaza para la estabilidad. Hadi, hasta ahora, ha consolidado el control sobre el ejército, ha marginado a los políticos de la familia Saleh y ha comenzado un diálogo con la sociedad civil, pero su poder aún es débil.
Pasado feliz
Yemen ha tenido muchas etapas convulsas, pero también ha sido tranquilo. El geógrafo grecorromano Ptolomeo (90 d.C.-168 d.C.) llamó la región Eudaimon Arabia —Arabia feliz— y se maravilló por su estabilidad y prosperidad.
Alrededor del año 630, el Islam llegó al área y fluctuó entre periodos de unidad y de división. En el siglo XIX, los otomanos en el norte y, luego, los británicos en el sur, trataron de imponer su autoridad, pero sus avances fueron detenidos por las tribus rebeldes y su escarpada e inhóspita geografía.
En 1990, el norte y el sur se unificaron. Hoy, luego de la caída de Saleh, que gobernó entre 1978 y 2012, este país espera un nuevo comienzo y superar las profundas divisiones que le afectan.
Con información de National Geographic, El País y sitios de internet.
DATOS
RELEGAN A LAS mujeres a un estatus de segunda clase. El 60 por ciento es analfabeta.
AL MENOS 10 millones de yemeníes consumen las hojas de qat, que contienen un alcaloide parecido a la adrenalina. El 40 por ciento de los recursos hídricos del país se destina al riego de esa planta.