Stéphanie Leone, de 36 años, lanzó su empresa hace poco más de un año al observar el número creciente de adultos mayores que llega al 18% de la población francesa, según el Instituto de Estadística de Francia, y el atractivo del consumidor por productos hechos a mano y para la moda infantil.
“Después de estudios de comercio orientados al marketing y a las nuevas tecnologías en la web, estaba harta de trabajar en lo abstracto. Buscaba algo concreto“, explica AFP, Leone, quien con el apoyo de sus amigas, mamás de los niños modelos, transformó el salón de su casa en un espacio para tomar fotografiar las colecciones.
A su lado, trabajan Roxana Barbor, la diseñadora, y Elisabeth Poso, la estilista freelance.
“Quería crear una marca que sea un vínculo entre muchos universos,la moda, el saber tradicional y la modernidad” , añade, mostrando chalecos, vestidos y suéteres en algodón, con pequeños botones preciosos de boj y nácar, su última colección de 0 a 5 años.
“Muchas mujeres jubiladas tienen ganas de participar en un proyecto, de ser útiles. Las relaciones son simples, no tienen que demostrar nada y el concepto hace bien porque cambia las relaciones habituales del mundo del trabajo, que son excesivamente complejas“, señala Leone, que afirma haber recibido más de 2,500 candidaturas de abuelas tejedoras de entre 60 a 90 años.