En las actual contienda electoral abundan las propuestas partidarias, principalmente para la presidencia, aunque también son muchos los partidos que postulan candidatos para dirigir importantes corporaciones municipales. Entre ellos hay connotados profesionales, con amplia experiencia en los ámbitos académico, político y administración pública, quienes han decidido unir esfuerzos y bosquejar una forma diferente de hacer política, entre ellos obviamente están los más nuevos en participar en estas lides.

Es indudable que muchos de ellos tendrán que hacer algo más que respaldarse en su popularidad o simpatías para dar un paso más en la búsqueda de valores éticos, a fin de alcanzar el poder político desde el que se puedan hacer los cambios que nuestra maltratada Guatemala requiere para beneficio de las grandes mayorías, ahora sujetas a los intereses de una clase política caduca, corrupta e incompetente.

Hay una gama de agrupaciones participantes, aunque tal y como suele ocurrir con los partidos que buscan la presidencia, no son muchos los que lograrán hacerse con el caudal de votos para llegar a las primeras posiciones y por eso el elector también tiene la responsabilidad de documentarse sobre aquellos candidatos que aspiran a cargos cercanos para ellos, como son las alcaldías y, en consecuencia, exigir planes de trabajo y acciones para llevar a cabo esos proyectos

Dos de las ciudades más importantes sobre las que los votantes deberán meditar a fondo su voto son la alcaldía metropolitana y la corporación municipal de la Antigua Guatemala. Una porque concentra los mayores servicios y recaudación, y también una compleja problemática debida al crecimiento en la demanda de servicios y las poco visionarias acciones para emprender cambios estructurales que deberían apuntar a cambios sustanciales.

Los problemas de ambas ciudades difieren abismalmente en escala. La ciudad de Guatemala no puede soslayar más la existencia de la figura de la Región Metropolitana, que incluye las ciudades de Mixco y Villa Nueva y su consecuente planificación territorial. Apegarse a la ley obliga a los alcaldes de esos municipios a despojarse de su hasta ahora cursi e intrascendentes gestos de autonomía, y someterse a resolver el caos al que tal actitud ha llevado al territorio, en detrimento de habitantes y ciudadanos en general, que lo atraviesan para ir a estudiar, trabajar, hacer trámites o simplemente cruzarlo para llegar a otro destino.

La Antigua Guatemala, pequeña, pero rica desde cualquier punto que se la vea, a pesar de lo que significa para el país y la humanidad, y contar con una legislación propia, ha sido víctima, a lo largo de los últimos veinte años, de la incompetencia de sus autoridades, que permitieron el nefasto juego de la especulación del valor y uso del suelo. Hoy exige la presencia de un alcalde comprometido con su conservación y desarrollo. De acuerdo a la Ley Protectora, el alcalde preside el Consejo Protector, por lo que de esa confluencia administrativa depende su subsistencia.

Si bien estas son dos de las ciudades por cercanía y trascendencia sobre las que más se discute acerca de sus problemas, en el fondo deben ser vistas como el modelo sobre el cual deben verse también las soluciones, porque al final, el encogimiento de nuestra geografía nacional está acercando los problemas de municipios circunvecinos, cuyo crecimiento desordenado, poco planificado y mal atendido también a multiplicado el desorden y la falta de servicios, principalmente transporte, agua y manejo de desechos. Tanto Antigua como Guatemala se han convertido en noticia recientemente por no contar con una infraestructura necesaria para evitar que la población use edificios públicos como orinaderos.