LA BUENA NOTICIA
¿Ciegos guiando ciegos?: de la oscuridad a la luz
En la Biblia, la ceguera remite a aquella “oscuridad y caos iniciales” sobre los cuales lo primero que Dios creó fue precisamente la luz (Gen 1, 3). Es símbolo del fruto de los extravíos que pueden arruinar generaciones: “Señor, ¿quién pecó? ¿sus padres, para que haya nacido ciego?” (Jn 9, 1ss). Cristo no vacila en presentarse como “Luz del mundo” (Jn 8, 12) y ofrece reorientar las sombras que interiormente hacen caer en el agujero: sobre todo a quienes tienen la misión de guiar, pero en el fondo “no ven, o pretenden ver sin hacerlo” (Jn 9, 41).
La Buena Noticia de este último domingo, antes de la Cuaresma 2019, contiene la denuncia de todas las cegueras que afectan especialmente a los rectores de la vida comunitaria, y pueden traducirse hoy como: 1) Ceguera ecológica: la no aceptación o, peor aún, el desprecio a la “evidente” degradación del ambiente natural. El Papa Francisco propone por ello una Cuaresma que sea un renovado compromiso con el “cuidado de la casa común”, recordando las palabras de San Pablo: “La creación expectante está aguardando la manifestación de los hijos de Dios” (Rm 8,19): espera a quienes asuman ese cuidado “todavía en tiempo o quizás demasiado tarde” y que afecta al propio ser humano, que es parte de lo natural en su composición material. Es el paso “mental pero también operativo” del desierto de la indiferencia al renovado paraíso con una tierra tan hermosa como Guatemala —“inolvidable, estupenda”, dicen los visitantes—, víctima de los intereses egoístas que causan el desequilibrio climático, o del inmediatismo de sus hijos, “parte de la cultura de lo desechable”, que lo contamina todo.
' El Papa Francisco propone una Cuaresma que sea un renovado compromiso con el “cuidado de la casa común”.
Víctor Hugo Palma
2) Ceguera comunitaria y religiosa: donde la educación familiar —con todo y que el 60% de los actuales hogares son “disfuncionales”— es el cultivo de árboles buenos que produzcan fruto bueno, y no lo contrario: los penosos casos de “depravación generacional” en la educación a la violencia, al machismo, al aprovechamiento materialista del prójimo, etc. Los “guías ciegos” cuestionados también en las iglesias, en los cultos, tal y como los definía el Señor (cf. Mt 15, 41), llamados a “entrar en el tiempo del arrepentimiento” al lado del pueblo de Dios del que forman parte como “sanadores, estando ellos mismos heridos” (cf. Henri Nouwen, 1932-1996), a través de esa misteriosa empatía que los lleva a no poder despreciar al pecador, sino a “encabezar ellos la procesión de la penitencia”, como sucede cuando el sacerdote “recibe la ceniza él mismo” el Miércoles que inicia la Cuaresma.
3) Ceguera politicoeconómica: que nutre el “misterio de la iniquidad” como corrupción, ilegalidad, impunidad, trampa, y que puede convertirse hasta en violencia y muerte cuando no existe la “buena política” que ayude a la paz” (Papa Francisco, mensaje del 1 de enero 2019). Los mismos frutos malos los darán los “mismos árboles malos” si la sociedad no sale de su amnesia y de su descompromiso, en una Cuaresma que será de “tiempos revueltos”, donde la senda hacia la luz coincidirá con el esfuerzo de evitar las “falsas noticias, o propaganda disfrazada de opinión imparcial”, y se evite “tratar de quitar la basurita en el ojo del hermano, sin reparar en la viga que se lleva en el propio” (M7 7,5). El camino a la luz pasa por la conversión hacia quien “ilumina todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1, 9).