Técnicamente, el artículo 96 fija las reglas para cualquier enmienda de la constitución, que entró en vigor en 1947. Precisa, por ejemplo, que las modificaciones deben ser una iniciativa de la Dieta (el Parlamento bicameral) aprobada por una mayoría de al menos dos tercios de todos los miembros de cada Cámara.
Luego, las enmiendas deben ser aprobadas ya sea por referéndum, con una mayoría de todos los votos emitidos, o en elecciones paralelas.
El artículo 9 estipula: “Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación, así como a la amenaza o al uso de la fuerza como medio para resolver los conflictos internacionales”.
“Para alcanzar el objetivo señalado en el párrafo anterior, no se mantendrá nunca fuerzas terrestres, navales o aéreas, o otros potenciales bélicos.
El derecho de beligerancia del Estado no será reconocido”, agrega el texto, reiteradamente denunciado por círculos nacionalistas japoneses.
La cuestión del artículo 9 surge con frecuencia en el debate político japonés, en la medida que las relaciones de Japón con sus vecinos inmediatos, China y Corea del Sur, siguen profundamente marcadas por contenciosos históricos no resueltos. Durante la campaña electoral que lo llevó al poder, el pasado 16 de diciembre, Abe mencionó varias veces su deseo de redefinir el concepto de “fuerzas de autodefensa”, la terminología oficial, en pos de una “fuerza militar” con todas las de la ley.