¿Qué significa ganar el premio Mario Monteforte Toledo?
Hace 15 años conocí a don Mario, en Francia, a quien había leído y admirado, y ahora es un honor que este premio ligue mi nombre al suyo. Además, algunos de los premiados anteriores —Méndez Vides, Jacinta Escudos y Mauricio Orellana— son figuras importantes de la literatura centroamericana actual y es motivo de prestigio estar al lado suyo. Finalmente, una novela es una botella lanzada al mar y es muy estimulante saber que un jurado internacional, que no tiene nada que ver con el autor, la historia o las circunstancias, piense que esa obra pueda ir más allá.
El corazón de la noche aborda el tema de la familia y sus conflictos, ¿es un tema recurrente en su obra?
Sí, yo diría que mi obra se sitúa entre la violencia social, un análisis honesto y descarnado de la masculinidad, y el problema moral del mal y de la muerte, que remite a su vez a la violencia. Todas mis creaciones tratan de estos tres temas porque mi vida estuvo marcada por el asesinato de mi padre, cuando yo ni siquiera había nacido. Esa muerte se convirtió en el primero de una serie de secretos de familia que he intentado revelar y desvelar por medio de mi literatura. Soy un escritor obsesivo y escribo a partir de mis fantasmas personales. No entiendo la narrativa como una escritura de entretenimiento sino de búsqueda al interior de los conflictos que marcan, a veces de forma desgarradora, la condición humana.
¿Por qué arriesgarse con un tema tan complejo, como puede ser la psicología social?
Uno no se impone los temas, sino al revés. El corazón de la noche requiere un tratamiento psicológico tanto de los personajes como de las situaciones y del ambiente en que se desenvuelven. En ese sentido, es cierto que mi novela es más psicológica porque creo que al mismo tiempo es mi libro más profundo, en que llego al fondo de lo que quiero contar: cómo son las relaciones terribles entre un hijo y su madre. La psicología me permite vaciar de raíz a los personajes, mostrarlos a los ojos del lector y volverlos a llenar por medio de la historia.
¿En qué se inspiró para escribir esta novela?
En una parte de mi historia familiar y de mi relación con mi madre que fue muy mala. Pensé que contando su historia podía narrar la mía y la de nuestra familia, en la que descubrí una serie de coincidencias, maldiciones, secretos y tragedias comunes que formaban una especie de saga al revés.
¿Cómo se inició en las letras?
Comencé como poeta, a los 17 o 18 años. A los 30 pensé que podía ser un buen poeta o al menos cumplir con mi ambición literaria en ese campo. He publicado 10 libros de poesía, uno de ellos, Autorretrato y cruci/ficciones, obtuvo en Guatemala el primer Premio Mesoamericano Luis Cardoza y Aragón, pero honestamente me di cuenta de que nunca llegaría a ser el poeta que quise ser. Al mismo tiempo maduró mi experiencia como periodista y cronista y surgió un mundo personal que decidí plasmar en palabras. En ese momento decidí dedicarme a la narrativa de manera sistemática.
¿Cómo fusiona su vida entre el periodismo y la escritura literaria?
Decía Hemingway que el periodismo es una gran escuela literaria siempre y cuando se abandone a tiempo. El ejercicio profesional cotidiano —el periodismo de calle, por ejemplo— es incompatible con la novela o con una ambición literaria más completa. Es posible conciliar ambos al principio, pero luego el periodismo se vuelve absorbente y es la literatura la que sufre. Sin embargo, el periodismo es una excelente forma de observación de la realidad social, y en mi caso, que me interesa mucho la novela moral y política, es indispensable para acercarse a los “bajos fondos” y escarbar debajo del discurso oficial.
Premiación
El premio se entregará el martes 12 a las 18.30 horas en librería Sophos, Plaza Fontabella zona 10.