En su opinión, el boom de este combinado “no es una moda pasajera“, ya que se ha transformado en una “bebida de culto“, la cual no se compara con otra bebida.
Una de las claves de su éxito es su versatilidad. Lladó recuerda que, si bien hasta hace poco pedir un gin-tonic era una tarea “relativamente sencilla“, hoy la oferta es tan amplia y variada que la elección se complica con unas posibilidades de combinación “infinitas“.
Gracias a la profusión de ginebras Premium con matices como lavanda, té de Japón, violeta o geranio, y a tónicas que las complementan a la perfección, el gin-tonic satisface a quienes gustan de los sabores más ácidos hasta los que prefieren lo dulce.
Su actual ebullición ha permitido creaciones con fresas, canela en rama, pétalos de flores, perejil rizado o especias secas trituradas en el destilado, en el que también se pueden hacer infusiones con café o manzanilla.
Esas elaboraciones “tan meticulosas” son una continuación de la alta gastronomía, aunque también hay que decir que en muchos bares los clientes continúan pidiendo elaboraciones rústicas de ginebra, tónica y una rodaja de limón en cantidades desproporcionadas.