La convocatoria, extendida por Rayuela, tuvo como objetivo juntar a todas las escuelas teatrales de la capital. Una o dos no aceptaron el reto por no tener nada preparado. Sin embargo, las que sí lo hicieron, desarrollaron montajes profesionales que permitieron no extrañar a las ausentes y que dejaron promisorias expectativas para el futuro.
El jueves 25 tomó el escenario el Teatro de Arte Universitario (TAU). Los perros de Elena Garro, dirigido por la primera actriz y directora Zoila Portillo, llevó al público a los linderos de la angustia debido a la temática que maneja.
El monólogo, a cargo de Lili Caravantes (Manuela), relata de modo autobiográfico la historia de tantas niñas de provincia que son raptadas a la fuerza, para hacerse mujeres prematuramente.
Un texto desgarrador, persuasivo, real e ineludible respecto a la responsabilidad que una sociedad tiene en el apaño de los atropellos de derechos humanos. En este caso más específico: el maltrato a la mujer y a la niñez.
Junto a Caravantes se destacó el desempeño de Andrea Grimaldi (Úrsula). Su manejo de la angustia, el miedo, la incertidumbre de su futuro, fortalecieron equitativamente el de su compañera escénica. La pobreza, el hambre, la suciedad, el desvalimiento, se presentaron en esta propuesta como personajes secundarios pero definitivos en la vida de ambas mujeres. Es una obra que hay que verla si reaparece en las carteleras culturales.
Al día siguiente, el viernes 26, le tocó el turno a los nuevos valores de Caja Lúdica. Estos artistas, bajo la dirección de Luis Carlos Pineda, se movieron dentro de un campo más experimental y debido al prestigio que se han labrado, se presentaron frente a un nutrido público nacional y extranjero.
Ese día el teatro guatemalteco estaba de luto, había fallecido el primer actor Rafael Pineda luego de una larga enfermedad. Sin embargo la fortaleza y amor al escenario de Pineda se percibió a través del carismático Luis Carlos, su hijo, quien estuvo al frente del grupo pese al dolor por el que pasaba. El elenco transmitió magia.
El sábado fue el turno de la ENAD. Esta entidad ha formado a muchos actores y entre su característica más importante está la del desarrollo de herramientas expresivas en sus educandos. La zapatera prodigiosa fue dirigida por el primer actor y director Alfredo Porras Smith y se manejó dentro de las expectativas que la entidad proyecta.
El balance del Festival fue positivo, las conclusiones y los registros de las distintas actividades quedan en los archivos de Rayuela en donde podrán ser consultados.