EDITORIAL

Escucha de redes no da lugar a vacuas excusas

Además del agobio en la economía familiar, los guatemaltecos expresan estentóreamente su desesperación ante la inseguridad y las extorsiones.

Desde que las redes sociales irrumpieron y ampliaron el espacio de diálogo e interacción entre usuarios, sectores, instituciones y gobierno, la libre emisión del pensamiento y la posibilidad de recibir y emitir información están  a  la mano. En este entramado diario,  minuto a minuto se cruzan miríadas de mensajes, desde la cotidianidad individual hasta la difusión de comunicaciones gubernamentales, políticas, comerciales, comunitarias, educativas, institucionales, periodísticas, publicitarias y también sectarias, incluyendo los perfiles anónimos cuya filiación y fidelidades se  notan por correlación y patrones de contenidos.

Allí surge la utilidad de contar con herramientas confiables de escucha social y análisis como Goo/Data Science, para separar el trigo de la paja, escudriñar las plataformas utilizadas por emisores y receptores, que en tiempos digitales tienen la posibilidad de ubicarse en ambos lados de la ecuación. Por solicitud de Prensa Libre se efectuó un análisis de  mensajes gubernamentales a través de  redes sociales y la interacción de  audiencias.

En el 2024, las expresiones y reacciones de preocupación por el alto costo de la vida y los precios de la canasta básica se dispararon. Sin embargo, del lado del Gobierno, las respuestas eran de tono técnico, estadístico, ajeno. Se insiste en difundir  que la inflación del 2024 quedó en 1.7%, la tasa más baja en 14 años, y quizá sea el dato de los monitoreos oficiales. Sin embargo, para  el ama de casa que va al mercado o al súper, para el trabajador que lleva su almuerzo al trabajo o lo compra a diario, la realidad le introduce la mano en el bolsillo y le saca más dinero. La economía del hogar  grita los precios al oído del usuario y no hay red que aguante a promocionar lo contrario sin recibir rechazo.

Es notorio cómo  los políticos y también los gobiernos suponen o desearían estar todavía a finales del siglo XX, cuando primaba la unidireccionalidad en la difusión de mensajes. Utilizan y monitorean las redes sociales, sí, pero solo en busca de datos y temáticas para tratar de incidir con ulteriores discursos y ofrecimientos persuasivos. Intentan dirigirse a las audiencias, pero con el populismo subyacente de la vieja política. El público habla de manera masiva y constante, pero aún no escucha lo toral.  Por algo  en países como China, Venezuela, Cuba o Nicaragua  las dictaduras coartan la libre expresión y censuran las redes sociales.    

Es irrisorio que a pesar de una década de estratosférico crecimiento en Guatemala de la conversación en redes sociales de texto, imagen y video, los gobiernos y los políticos en busca de poder e influencia prosigan, en su mayoría, con una difusión casi unidireccional y casi dogmática de contenidos de su interés; con ese fin suelen contratar a supuestos expertos, influencers y hordas de corifeos.

Además del agobio en la economía familiar, los guatemaltecos expresan estentóreamente su desesperación ante la inseguridad y las extorsiones; también les preocupa el mal estado de la infraestructura vial,  la falta de insumos en centros de salud, las deficiencias  en hospitales de la provincia y la poca empatía del personal salubrista, así como las sospechas de robo de medicamentos. El plano educativo, es decir la formación intelectual de la niñez y la juventud, también figuran en los comentarios de la gente en varias redes, pero sobre todo en TikTok, que tiene una mayor tasa de respuestas en comparación con X, Facebook o Instagram. Los guatemaltecos hablan, claman y reclaman, pero necesitan respuestas concretas y coherentes del Organismo Ejecutivo, así como también del Legislativo y del Judicial.

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