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Los jóvenes adquieren menos compromisos como el matrimonio y optan por una vida sin muchas ataduras

Los gustos de las nuevas generaciones cambian conforme pasa el tiempo y muchos creen que es mejor vivir en pareja pero sin obligaciones legales ni morales que los aten.

en Guatemala el concepto de matrimonio y divorcio está evolucionando, sobre todo en generaciones jóvenes.

Expertos afirman que algunas parejas prefieren no oficializar su unión, mientras que el divorcio, antes estigmatizado, ahora se ve como una solución para quienes optan por el matrimonio. (Foto, Prensa Libre: Freepik)

“Cuando mi mamá se casó, su fiesta duró diez días; cuando yo lo hice, tuve una fiesta de cinco días. Pero cuando mi hijo contrajo matrimonio, hace poco más de un año, su fiesta fue de apenas un día. Y lo celebró porque, como familia, lo alentamos a formalizar su unión para preservar nuestras tradiciones, ya que para él y la familia de la novia la opción era solo ir a vivir juntos”, relata Marta, originaria de Sacatepéquez y de origen kaqchikel. Es importante señalar que su hijo se casó cuando tenía poco más de 22 años y su esposa, 18.

Lo cierto es que, como explica Carlos Roberto Seijas, director del Observatorio de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), el matrimonio como institución ha experimentado una transformación significativa en las nuevas generaciones guatemaltecas.

Según cifras del Registro Nacional de las Personas (Renap), en los últimos años ha habido un descenso en el número de matrimonios registrados, aunque la cifra no significa una caída abrupta en comparación con otros años. De hecho, el 2024 registró 77 mil 659 bodas, frente a las 79 mil 197 del 2023. La cifra del 2024 siempre es menor en relación con los seis años anteriores, con excepción del 2020, a razón de la pandemia.

Tradicionalmente, el matrimonio era percibido como un paso casi obligatorio en la vida adulta, sustentado por valores religiosos y culturales profundamente arraigados. Sin embargo, en el contexto actual, estos paradigmas están siendo cuestionados, debido a varios factores.

Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2022, los jóvenes representaron un 33.8% de la población total en Guatemala, entre 13 y 30 años. Un dato relevante que destaca dicho estudio es la situación conyugal de esta población joven. Un 11.4% de los hombres y 8.9% de mujeres vivían en unión libre, mientras que el matrimonio formal era menos frecuente, representando a un 7.7% de los hombres y un 5.1% de las mujeres. Más de un 30% de los jóvenes permanecía soltero, lo que refleja una tendencia hacia relaciones menos tradicionales.

Estos datos permiten deducir que el matrimonio y las relaciones de pareja están en evolución. Las nuevas generaciones cuestionan los modelos culturales y sociales que antes definían la transición hacia la vida adulta. En su lugar, optan por estructuras relacionales más flexibles y alineadas con sus necesidades y realidades individuales.

Nuevas ideas

Históricamente, el matrimonio en Guatemala era considerado un paso esencial y, en sí, ineludible en la vida. No obstante, Seijas señala que factores como la urbanización y el acceso a la educación están exponiendo a los jóvenes a ideas más globales, lo que ha permitido que emerjan nuevos valores como la autorrealización personal y la autonomía.
“La creciente aceptación de otras formas de unión, como la convivencia y las familias monoparentales, refleja un cambio cultural hacia una mayor diversidad en las relaciones humanas”, afirma Seijas.

Este fenómeno se alinea con la teoría del sociólogo Anthony Giddens sobre la "confluencia amorosa", donde las relaciones se enfocan en la satisfacción emocional más que en las obligaciones tradicionales. En esa línea, Freddy Ortiz, psicólogo clínico de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, analiza desde su experiencia los factores que están moldeando las relaciones y los compromisos en las nuevas generaciones.

Explica que la falta de modelos familiares sólidos es otro factor que impacta negativamente. "Muchos jóvenes no han tenido un buen modelo de matrimonio en su contexto social", y agrega que es común imitar patrones aprendidos en hogares disfuncionales.
Ambos profesionales coinciden en que la modernidad y las redes sociales han influido en la percepción del matrimonio.
"La moda ahora es: ¿para qué casarse?, y las redes sociales romantizan las relaciones, alejándolas de la realidad de lo que implica un matrimonio". Ortiz enfatiza que un matrimonio saludable debe partir de un noviazgo igualmente saludable, algo que no siempre ocurre.

No tan necesario

El acceso a la información ha sido clave en la evolución de la percepción sobre el matrimonio y el divorcio. Hoy en día, para la actual generación, vivir en unión es una alternativa para evitarse el proceso emocional y legal que conlleva el divorcio.

“La moda ahora es: ¿para qué casarse?” Freddy Ortiz, psicólogo clínico

En las generaciones más jóvenes, particularmente entre 18 y 23 años, el matrimonio se ve a menudo como una vía de escape de la realidad, ya sea por estabilidad económica o por miedo a la soledad. Esta idea contrasta con la de generaciones anteriores, cuando el matrimonio era considerado una unión sagrada y perdurable.

Redes sociales y su efecto

Otro aspecto que no puede ignorarse es el impacto de las redes sociales. Según Seijas, estas plataformas moldean las narrativas sociales al proyectar imágenes de relaciones ideales que muchas veces no reflejan la realidad. Freddy Ortiz considera que existen dos grupos principales entre los jóvenes de hoy. Por un lado están aquellos que provienen de hogares conservadores y que continúan viendo el matrimonio como una institución sagrada, un compromiso basado en valores tradicionales, pero también existe un grupo importante influenciado por la modernidad, las tendencias actuales, las redes sociales y las modas. Para este, el matrimonio ha perdido su carácter fundamental y, si deciden casarse, lo hacen más como un compromiso social que como una verdadera unión basada en el amor.

Seijas señala que muchas parejas jóvenes consideran la convivencia como una "prueba" antes de formalizar un compromiso. “La convivencia minimiza los riesgos legales y financieros asociados al divorcio, especialmente en un contexto donde este proceso puede ser costoso y estigmatizante”, refiere.

Ortiz destaca cómo la visión del matrimonio y el divorcio ha cambiado significativamente entre las nuevas generaciones en comparación con las anteriores. Opina que el acceso a la información ha influido considerablemente en la percepción del divorcio como una salida viable ante las crisis matrimoniales.

Perfil generacional

Según Ortiz, es común que los adultos de entre 32 y 40 años acudan a terapia en un intento por salvar sus matrimonios. En su experiencia, estas uniones suelen encontrarse en crisis luego de tres a cinco años años, o bien entre los diez y 13 años de convivencia, momento en el que las parejas buscan cerrar un ciclo y comenzar una nueva etapa en sus vidas.
Un factor que añade peso a cómo se percibe el matrimonio es el perfil generacional. La población predominante, en la actualidad, está influenciada por el ritmo acelerado de la sociedad actual. Este grupo adopta el concepto de que todo debe ser rápido: desde la "comida rápida" y los "pagos rápidos" hasta los "servicios rápidos", e incluso los "matrimonios y divorcios rápidos", comenta el psicólogo.

Según estudios de Datalab PL, efectuados a través de la plataforma Goo, en Guatemala predominan cuatro generaciones en orden de relevancia por la población que las representa: generación Z, milenial, generación X y boomers. Las dos primeras son las que marcan tendencia en la actualidad.

Los investigadores de Datalab PL destacan que estos grupos invierten gran parte de su tiempo en redes sociales, pero presentan una baja capacidad de concentración y deseo de leer, tienen preferencia por contenidos visuales, breves y dinámicos. Los anuncios efectivos para este público suelen durar entre 15 y 30 segundos, y el contenido generado por los usuarios (UGC, en inglés) es especialmente popular. Entre los formatos preferidos están las reseñas (reviews) y videos del tipo “Prepárate conmigo” (Get Ready With Me — GRWM), caracterizados por su estilo ágil y alegre.

Además, Datalab PL ha identificado un cambio significativo en la aceptación de las relaciones sin compromiso. Basándose en opiniones orgánicas, la percepción positiva hacia este tipo de relaciones ha crecido del 20%, entre 2020 y 2022, al 40%, entre 2023 y 2024, lo que refleja un cambio cultural hacia una mayor flexibilidad y adaptación a nuevas realidades en las relaciones de pareja.

Cifras oficiales

Según datos del Registro Nacional de Personas (Renap), entre enero del 2018 y octubre del 2024 se registró a escala nacional un total de 548 mil 102 matrimonios y 64 mil 087 divorcios. A lo largo de este período, las solicitudes de divorcio han ido en aumento cada año y han pasado de siete mil 39 en el 2018 a 11 mil 111 en el 2023, mientras que los matrimonios han pasado de inscribirse 79 mil 829 en el 2018 a 79 mil 197 en el 2023, lo que representa una leve disminución.

Los tres departamentos con mayor número de matrimonios registrados fueron, en orden de relevancia, Guatemala, Alta Verapaz y Huehuetenango. En cuanto a divorcios, los tres con más solicitudes fueron Guatemala, Quetzaltenango y Escuintla.

El grupo de edad más representado en los divorcios de mujeres guatemaltecas es el de 31-39 años, con un 32.34%, seguido de las comprendidas entre las edades de 20-30 años, que representan un 27.43% de los divorcios.

En el caso de los hombres, el grupo más común también es el de 31-39 años, con un 32.11%, lo que sugiere que tanto hombres como mujeres comparten una tendencia similar en este rango de edad. Este grupo está seguido por los que se encuentran entre 40-50 años y que se divorciaron en el mismo período, representado por un 29.71% del total de divorcios.

En general, la edad de divorcio más frecuente para ambos géneros se encuentra entre los 31 y 39 años. Sin embargo, el segundo rango de las mujeres guatemaltecas que se divorciaron en los últimos siete años es, en su mayoría, de entre los 20 y 30 años, mientras que los hombres lo hicieron, en su mayoría, entre los 40 y 50 años. Este patrón podría explicarse por la tendencia cultural de que las parejas suelen formarse con hombres mayores que las mujeres.

Divorcio exprés

Aunque la ley guatemalteca se refiere a este procedimiento como "divorcio por mutuo acuerdo", en la comunidad de abogados y notarios es comúnmente conocido como "divorcio exprés", debido a su popularidad en los últimos tiempos. En estos casos, la audiencia suele durar entre 10 y 15 minutos y el proceso de divorcio se completa en solo tres días.

La abogada Nadia Castellanos comenta que, en su oficina, al menos un 36% de los casos que atiende están relacionados con asuntos de familia, como pensiones alimenticias, matrimonios o divorcios y un porcentaje significativo corresponde a estos últimos. Destaca que el 98% de los solicitantes lo hacen bajo los términos de mutuo acuerdo y el 100% de quienes acuden a solicitar el divorcio preguntan cuándo pueden volverse a casar. En muchos casos, incluso, la nueva pareja acompaña a la persona durante el proceso de separación.

“Tuve el caso de un matrimonio que tan solo duró tres días”, narra la profesional. “El proceso de inscripción aún estaba pendiente en el Renap y la nueva pareja ya estaba decidida en anular el vínculo matrimonial”. Nadia Castellanos, abogada y notaria.

La abogada también señala que a nivel latinoamericano están surgiendo modificaciones en las leyes de divorcio. Recientemente, en Colombia se aprobó el divorcio unilateral, lo que permite que con la solicitud de una sola persona el trámite se lleve a cabo. Este tipo de cambios legales en ese país a menudo marcan una tendencia que otros, incluyendo Guatemala, siguen.

“Compran el combo: divorcio y matrimonio”. Nadia castellanos, abogada y notaria

El impacto emocional

La Enigh mostraba que, después del estado de soltería, el siguiente estado más popular era la unión libre. En cuanto a las separaciones, el estado de “separado por unión libre” ocupa el primer lugar, con un 2.6% de mujeres y un 0.6% de hombres. Para quienes se casan, el divorcio ha evolucionado de ser un estigma social para convertirse en una solución común.

Ortiz menciona que ahora las parejas se casan y dejan abierta la posibilidad del divorcio, por si algo no funciona. Entre las causas más frecuentes del divorcio se encuentran la convivencia difícil, infidelidad y violencia, factores que, en muchos casos, ya eran visibles durante el noviazgo. "Las personas creen erróneamente que el matrimonio cambiará a la pareja, pero eso rara vez ocurre sin un esfuerzo consciente", señala el especialista.

En generaciones pasadas, el divorcio era una etapa difícil, y a pesar de los problemas la decisión de separarse se meditaba mucho porque ninguno quería tomar esa determinación. Ortiz explica que en la actualidad se percibe una “frialdad emocional preocupante en la manera en que se toma esta decisión”.

Terapia evoluciona

Para los profesionales, el matrimonio sigue siendo una institución importante, especialmente cuando hay hijos involucrados. Sin embargo, también han llegado a comprender que, en muchos casos, debido a las características individuales de cada persona, permanecer juntos podría causar un daño mayor.

Ortiz explica que la primera etapa en terapia se centra en la reconstrucción, explorando la posibilidad de reencauzar el matrimonio si ambas partes están dispuestas. Existen fases en las que, según el especialista, la relación puede rescatarse, y los modelos terapéuticos aplicados dependen de qué tan preparados están los esposos a nivel individual para darse una segunda oportunidad.

Al final de la terapia, ambos deben llegar a un consenso sobre lo que es mejor para ellos. Un aspecto crucial es que son las personas quienes marcan las pautas y toman las decisiones respecto de su matrimonio, no el terapeuta. El proceso de acompañamiento profesional les permite sanar individualmente y cerrar el ciclo, sin importar cuál sea la decisión final.
Ortiz también comparte un fenómeno observado desde la Liga Guatemalteca de Higiene Mental: “en su mayoría, los matrimonios logran salvarse, mientras que un número menor no consigue encontrar un punto de equilibrio”.

No obstante, destaca un patrón significativo: “en muchos casos desconocemos el desenlace del proceso. Esto ocurre porque, culturalmente, no estamos acostumbrados a seguir procesos largos, y al no obtener resultados inmediatos, las parejas tienden a abandonar la terapia”. Afirma que, en muchos casos, las parejas desean que sea el especialista quien tome la decisión por ellas.

El futuro

Las transformaciones actuales en las relaciones reflejan un cambio profundo en los valores y prioridades de las nuevas generaciones. Desde la diversificación de estructuras familiares hasta el impacto de las redes sociales, los jóvenes guatemaltecos están definiendo un nuevo modelo de relaciones, más flexible y adaptado a sus realidades individuales.

Como indica Seijas, “entender estos cambios es esencial para analizar las dinámicas sociales y culturales que moldean las decisiones y expectativas de las nuevas generaciones en el país”.
Ortiz advierte de que, si no se toman medidas para educar sobre el matrimonio saludable, “en las próximas generaciones el divorcio se va a repetir cada vez más y, por lo tanto, el modelo sobre la concepción del matrimonio será menos importante para esos futuros jóvenes".

ESCRITO POR:
Glenda Burrión
Periodista de Prensa Libre especializada en economía con más de 7 años de experiencia como correctora de textos y creación de contenido digital.