Si me permite

Debo saber con quién puedo pensar en voz alta

Debemos orientar en la niñez la forma en que se debe pensar y con quién hacerlo.

“El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice”.  Aristóteles

Para el ser humano, tener la capacidad de pensar es uno de los recursos más valiosos con los que cuenta, el cual fue de alguna manera influenciado por los mayores que nos criaron y que nos permite desempeñarnos correctamente cuando las ideas se han ordenado correctamente. Este ejercicio usualmente lo hacemos en silencio y para nosotros mismos. Por ello, cuando alguien nos hace la pregunta de qué estamos pensando, evaluamos si sería prudente que sepa lo que estamos pensando.

El recurso de poder pensar es una de las herramientas que se debe manejar de un modo provechoso.

Probablemente hay momentos en esta vida en los que necesitamos pensar en voz alta y de alguna manera ordenar nuestros pensamientos, para ello necesitamos estar seguros de que con la persona que lo habremos de hacer no solo sea de nuestra confianza, sino que además tenga la debida madurez para escuchar lo que estamos pensando y luego nos pueda ayudar, o bien, orientar si la modalidad en la que estamos estructurando nuestros pensamientos es correcta, o bien, puede ser reestructurada.

En las relaciones personales que hemos cultivado a lo largo de los años, es posible que solo haya unas pocas personas que podemos recordar, las cuales podemos contar con los dedos de una mano que podíamos hacer este ejercicio, y al hacerlo previamente, habríamos de hacer las aclaraciones de que lo que estamos haciendo es simplemente un ejercicio y necesitamos de ellos para que nos ayuden para hacerlo de la mejor manera y para que además sea provechosa.

Nuestra mente tiene una capacidad de elaborar ideas y estructurar planes, los cuales, a primera vista, están correctos y no tienen nada de malo, pero al momento en que los podemos compartir con alguien de confianza y que además tiene la necesaria madurez para escucharnos y entender lo que estamos pensando, podrá ser un aliado para que no solo se mejore lo que se está pensando, sino además si es correcto lo que pensamos. Nos recuerdan que debemos considerar nuestra edad, o bien la responsabilidad que tenemos, aceptando que lo que pensamos habrá de alguna manera llevar a acciones o posturas las cuales ni son correctas y que no nos habrán de favorecer tampoco.

En la medida que con el tiempo adquirimos experiencia, con los años aprendemos que la disciplina es un elemento importante y determinante en el momento que estamos pensando y cuando lo hacemos para nosotros mismos en silencio, si logramos finalmente elaborar el pensamiento en una estructura que la consideramos correcta, la habremos de compartir con alguien para que la escuche y la evalúe antes de que lo hagamos y  participemos con otras personas. Por ello, muchas veces se hace el comentario de que alguien, luego de haber pensado bien las cosas, ahora está preparado para emprender su proyecto.

En la sociedad en la que vivimos y donde nos desempeñamos muchas veces nos llegan a conocer mucho más por el modo en que pensamos y hacemos las cosas; esto es sencillamente porque eso finalmente habrá de determinar el provecho, o bien, el riesgo que habrán de tener si se asocian con nosotros. Las relaciones se cultivan y se amplían en la medida que permitimos que nos conozcan, no solo en nuestra presentación, o bien de quiénes somos, sino cómo pensamos y cómo evaluamos las cosas y de qué manera nuestros intereses se proyectan.

ESCRITO POR:
Samuel Berberián
Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.