Catalejo

Se acaba 2024, un año muy agitado y preocupante

Deseo a mis lectores lograr la fuerza, disciplina y serenidad para resistir los inevitables efectos del 2024.

Mañana terminará este 2024, lleno de sorpresas negativas además de inesperadas, cuya mayor característica fue afianzar la profundidad de la separación entre quienes tienen diferentes criterios políticos, y con una mezcla de resultados esperados y otros sorprendentes. Las dos elecciones del año pasado, sobre todo la segunda vuelta despertó profundas rencillas no superadas, y desató una guerra sorda entre los perdedores y los ganadores, apoyados por remedos de partidos políticos. La cooptación de las instituciones del estado, especialmente en lo jurídico, provocó incesantes burlas al espíritu y a la letra legales.

Deseo a mis lectores lograr la fuerza, disciplina y serenidad para resistir los inevitables efectos del 2024.

Debido a los numerosos ataques despiadados la presidencia es ahora un poder de papel, todo aumentado por la carencia de reflejos y de lógica política. El partido oficial, antes de recibir interpretaciones legales dudosas, ya se había comenzado a debilitar por la nula experiencia y capacidad de sus integrantes, y por el estilo personal presidencial de muy pocas veces responder en forma directa a preguntas periodísticas. Pronto nació y aumentó el convencimiento popular del evidente mal equipo de asesores presidenciales, unidos por su amistad con el presidente en una nueva “rosca”, afianzada por la terquedad.

La serie de medidas cuya buena intención las convierten en caminos pavimentados al infierno, tomadas en este mes, como el aumento salarial —concepto positivo si busca el beneficio de los trabajadores. La ignorancia de la estrecha relación entre ya conocidos y diversos factores económicos y sociales, más la tormenta anunciada a gritos de las nuevas políticas estadounidenses a escasos 20 días de su inicio, aumentarán el nivel de pobreza de quienes dependen de las remesas. Una mediana, pequeña o mínima empresa, con aumentos salariales por decreto, no podrá resistir o deberá prescindir de personal.

Los perdedores de la segunda elección se convirtieron en enemigos a muerte y lanzaron andanadas de críticas e injurias ocultas en el anonimato de las redes sociales. Cooptaron la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Constitucionalidad y al Ministerio Público, cuya monarca absoluta afianzó ser símbolo de la terca oposición, incluyendo el irrespeto al cargo presidencial, y a quien lo ocupa. La desconfianza popular a las decisiones judiciales se ha profundizado aún más, y esto es verdaderamente grave porque hace aumentar los asesinatos y demás crímenes debidos a un sicariato de tarifa cada vez menor.

El caso de Jose Rubén Zamora —ahora en lenta recuperación de los efectos de la humedad, el frío y el desvelo en el calabozo— se convirtió en el ejemplo más claro del irrespeto a los derechos humanos y al de libre expresión. Otro caso de insidia cruel y vengativa es el de Juan Luis Font, autoexiliado desde hace casi tres años, por una acusación de Alejandro Sinibaldi, y ahora con el riesgo de ser capturado en cualquier país porque el MP consueloporrístico presentó una denuncia ante Interpol. El gobierno debe comprender: cualquier idea siquiera de reducir la emisión del pensamiento, lo coloca entre los pre-dictatoriales. El Congreso afianzó su pésimo nombre al haber decidido por mayoría llevar el sueldo a Q51 mil mensuales. La CC, por vergüenza, no autorizó la exigida indemnización al dejar el cargo. Aún está pendiente de cumplimiento la promesa de una rebaja en el sueldo presidencial y tal mezcla resquebraja a la democracia entre los ciudadanos. En resumen, este 2024 pasará a la historia como otro más, y pocos motivos hay para no sospechar su repetición en el 2025. Por eso el saludo de año nuevo no debe desear sólo felicidad, sino valentía individual de luchar porque en el 2025 se inicie el proceso del logro de los verdaderos avances de Guatemala.

ESCRITO POR:
Mario Antonio Sandoval
Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.