EDITORIAL
Navidad rima con caridad y solidaridad
Acciones u omisiones, actitudes y reacciones, desafíos y decisiones; decir no es lo mismo que hacer.
Acciones u omisiones, actitudes y reacciones, desafíos y decisiones; decir no es lo mismo que hacer, pero aquello que se haga de bien, por poco que sea, es mucho mejor que hablar, quejarse y culpar sin actuar. Nadie está libre de equivocarse y siempre es posible aprender. El peligro está en empecinarse en forzar verdades parciales con ruedas cuadradas. Nadie tiene toda la verdad; todos solo tenemos perspectivas distintas, caminos de vida parecidos, pero jamás iguales; experiencias de adversidad que a cada uno le parecen lo peor de todo, lo más injusto, lo más terrible y oprobioso… Hasta que abre los sentidos a la necesidad del prójimo, a su penuria, su sufrimiento, su hambre y, con ello, la posibilidad y la decisión de ayudar.
Ahí está la madre joven vendiendo bolsas de malvaviscos en una esquina entre semáforo y semáforo, mientras sus hijos pequeños juegan con una caja de cartón. Podemos juzgarla, decir que por qué tiene hijos si no puede mantenerlos o que los está exponiendo allí en la calle; es decir, emitir toda clase de juicios (y prejuicios), o quizá se puede ayudarla comprándole una bolsa de sus dulces. Si alguien tiene con qué apoyar, ¿por qué no? Si no se desea apoyar, bajo cualquier razón, también se tiene total libertad, pero entonces, la pregunta es: ¿En qué cree uno o en quién?
Guatemala es un país mayoritariamente cristiano: el porcentaje de católicos y evangélicos ronda, según sondeos, del 90 al 95 por ciento. Cada iglesia tiene sus propias reglas, dogmas, prácticas rituales y abordajes teológicos, pero todas comparten la figura de Cristo, cuya Natividad se conmemora este 25 de diciembre. Y fue Él quien sentenció: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
La Navidad es tiempo de luz, de alegría, de reunión familiar y de seres queridos. Es momento de sonrisas, abrazos y reencuentros. Se trata de un verdadero oasis espiritual en el cual se comparten los más altos valores y nobles sentimientos. Pero hay que recordar cómo hace dos mil 24 años, en las callejuelas de la aldea de Belén de Judá, una joven a punto de dar a luz no era aceptada en ningún alojamiento. Quizá no había sitio, tal vez ningún hospedero quería problemas o solo le molestaba la idea de que naciera un niño pobre en una de sus habitaciones. Y fue así como Jesús nació en un establo: tan conmovedora escena, recreada por una familia guatemalteca, vuelve a engalanar nuestra portada como una implícita invitación al amor en acción.
La máxima de moral natural dice: “Haz el bien y evita el mal”. Este principio es la norma básica del humanismo. Explica por qué hay personas que no declaran ninguna fe, pero, a la hora de la solidaridad, se movilizan para ayudar. Se cita este caso no para excluir a nadie, sino para subrayar la dimensión de coherencia que demanda el compromiso ético personal y social del cristiano. No se trata de publicitar las buenas obras, pero sí de predicar con el ejemplo. Hay mucha gente de fe haciendo buenas obras; ante las realidades actuales, se necesitan más creyentes optimistas y valientes.
Esta medianoche comienza el Año Jubilar declarado por el papa Francisco, con motivo de cumplirse el primer cuarto de este siglo. Es una ocasión de agradecimiento al Creador por todas sus bendiciones y, a la vez, un año de plegarias en favor de la paz, de la conversión de los que hacen daño y de la unidad entre los cristianos. Desde Prensa Libre y Guatevisión, auguramos una Nochebuena feliz y una Navidad dichosa a todas nuestras audiencias.