Editorial

Disparos al aire y otras tragedias irracionales

Descargar un arma al aire o conducir ebrio no tiene nada de divertido y sí mucho de peligro, tanto que ni siquiera este tipo de usuarios toleraría que un suceso fortuito de esta índole afectara a algún ser querido.

Cualquier individuo que dispara al aire, supuestamente para exhibir alegría, solo demuestra prepotencia, ignorancia, irrespeto a las demás personas —incluidos sus familiares—, desdén por la autoridad y hasta denota sensación de impunidad. Desafortunadamente, esta práctica malsana, abusiva y potencialmente mortífera persiste en diversas regiones del país, sobre todo en provincia, aunque también en áreas urbanas. Estos tiros sin sentido son propios de cobardes porque, ante una eventual tragedia, es probable que ni siquiera se enteren o les importe.


Recientemente, en una vivienda de la zona 6 capitalina, una madre de familia encontró, junto a la cama de uno de sus hijos una munición tirada. Al ver hacia el techo de lámina, similar al de cientos de miles de domicilios guatemaltecos, notó la perforación que dejó el proyectil tras su caída. Por milagro no hizo impacto mortal, pero sí existen tragedias ocurridas a partir de este uso absurdo de armamento. El único disuasivo es elevar las penas por tal tipo de delito.


El artículo 127 del Código Penal establece prisión de uno a tres años y el decomiso del arma a quien dispare injustificadamente; además, la Dirección General de Control de Armas y Municiones (Digecam) no otorgará licencia de portación de armas de tres años a quien cometa este delito. Como mínimo, se debería cancelar totalmente la posibilidad legal de volver a tener o portar un arma. Contrariamente a eso, la impunidad es espantosa, pues ni siquiera se sanciona la portación ostentosa o intimidatoria de armas de fuego, penalizada con suspensión de licencia por seis meses. El miércoles último, un individuo fue grabado en video con dos armas, poco antes de disparar contra un cuidador de carros; al detenerlo, le hallaron más tolvas y municiones. Aun así, un juez le dio fianza de Q10 mil y salió libre. ¿Dónde estaba el Ministerio Público (MP)?


Existe también otro tipo de artefactos peligrosos y manejados de forma imprudente. Es una lamentable y frecuente causa de muertes, lesiones graves y familias enlutadas: son los automotores conducidos por pilotos ebrios. Incontables son las tragedias ocasionadas, las cuales aumentan en la temporada de fin de año a causa de la ingesta irresponsable de alcohol, excesiva velocidad y suposiciones erradas de que, a altas horas de la noche y madrugada, las calles estén desiertas. A pesar de múltiples y devastadores accidentes, la Ley de Tránsito sigue siendo laxa en relación con los pilotos temerarios o bajo efectos de licor, una causal frecuente de muertes, sobre todo, en esta época del año.


Es innegable que en las festividades decembrinas se incrementa la utilización de juegos de pólvora, los cuales tienen un riesgo implícito y precisan de un manejo cauto, responsable y comedido. Por ley, solo están prohibidos los silbadores o canchinflines desde 2004. Se consideran de alta peligrosidad, por ley, las bombas y morteros, debido a su alta capacidad explosiva, potencialmente destructiva y que ha ocasionado mutilaciones de miembros superiores de adultos y menores. Aun así, se siguen comercializando; siniestros recientes confirman su peligrosidad totalmente impredecible.


Las fechas de fin de año son ocasión de encuentros familiares y conmemoración de altos valores cristianos; por supuesto, existe espacio para la convivencia festiva y las expresiones de júbilo, incluido el tradicional uso de fuegos artificiales mediante precauciones y protocolos de responsabilidad. Descargar un arma al aire o conducir ebrio no tiene nada de divertido y sí mucho de peligro, tanto que ni siquiera este tipo de usuarios toleraría que un suceso fortuito de esta índole afectara a algún ser querido.

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