Conciencia
¡Feliz Navidad!
Esta época es mágica, ya que permite compartir alegría, abrir el corazón y mirar a futuro.
La Navidad celebra la llegada del niño Jesús, un símbolo de amor y esperanza que invita a reflexionar sobre cómo podemos vivir con más generosidad, fe y propósito. La mayoría de las personas y familias aprovechan para reunirse y compartir. Los convivios son reuniones de cariño, amistad y bondad. Hay lágrimas y sonrisas. Y nunca faltan los abrazos y los buenos deseos. Esta época es mágica ya que permite reflexionar, abrir el corazón y mirar a futuro.
Las casas se llenan de luces, nacimientos y árboles de Navidad adornados con ornamentos y recuerdos. Entramos a casa y al ver los adornos y los regalos nos recuerdan que la fecha se acerca. Huele a tamal, ponche, y galletas; olores acompañados de las lindas canciones de la temporada.
Mis tías siempre nos recordaban que había que prepararse para recibir al Niño Jesús. Nos decían desde pequeños que no solo pensáramos para Nochebuena y Navidad en pedir regalos a Santa Claus, sino que aprovecháramos la época para dar amor e igual recibirlo. Además, nos motivaban a participar en las posadas, hacer el nacimiento, cantar villancicos y dibujar tarjetas para los seres queridos. Nos llevaban al centro en carro a ver todo iluminado y luego a comer un helado. Nuestra madre nos involucraba en las pastorelas de la parroquia y, ya más grandecitos, en el coro, cerrando con la novena el 6 de enero, Día de los Reyes Magos.
Fue precisamente en una de estas épocas navideñas, durante mi juventud, cuando entendí que el verdadero significado de estas fechas va más allá de las celebraciones, al vivir una experiencia que cambió mi manera de ver el servicio a los demás. Unos amigos me convidaron a celebrar la Navidad a los niños en la aldea Lo de Carranza —una comunidad pobre—. Con mucho entusiasmo se hizo la coperacha para comprar pelotas, juguetes y víveres para repartir. Llegó el día de la celebración y todos estábamos llenos de alegría y vivimos una especie de éxtasis durante la actividad, pero luego esa sensación se esfumó y sentía una especie de vacío. Pronto vino la reflexión de cómo lograr que los habitantes de esta comunidad pudieran tener más oportunidades durante todo el año.
En Navidad, el espíritu de generosidad nos invita a reconectar con los demás y sembrar esperanza.
Fue desde aquel entonces donde inicié a involucrarme en grupos de jóvenes que no solo buscaran animar a algunos guatemaltecos para la Navidad, sino buscaran hacer un cambio sostenido en las personas. Ha sido un recorrido maravilloso y gratificante; además de encontrar un sentido en vida: trabajar por el desarrollo de los guatemaltecos. Nunca regresé a esa comunidad, a pesar de que me volvieron a invitar a participar. Me involucré en el club Rotaract Ciudad de Guatemala y con mis compañeros iniciamos proyectos para cambiar Guatemala —allí por los años 80—. Los más interesantes: Nuestros Niños del Altiplano, Primer Foro de Alcaldes de la Ciudad de Guatemala y Uspantán, Toda Guatemala te Ama. Invitamos a varios candidatos a presidente a visitarnos y con mucha atención escuchábamos sus propuestas para ir a votar con compromiso y responsabilidad, y además involucrarnos.
Empecé a experimentar una satisfacción constante, y comprendí que es importante darles el pescado a las personas, pero también enseñarles a pescar. Recientemente nos juntamos y con gran alegría recordamos épocas fascinantes de trabajo, alegría y satisfacción. Nuestra amistad sigue firme por el servicio y la práctica de los valores rotarios.
En esta Navidad, disfrute cada momento con su familia, amigos, compañeros de trabajo o personas que necesiten apoyo. Le invito a comprometerse con un proyecto que le permita servir al prójimo durante todo el próximo año. Verá cómo esa decisión transforma su vida, llenándola de propósito, alegría y motivación que perdurarán más allá de estas fechas. Como bien dice el lema: “Se beneficia más el que mejor sirve”. ¡Feliz Navidad!