Al mismo tiempo el evento constituyó el lanzamiento de un programa incluyente de educación en las Verapaces.
Con base en práctica
Los niños bailarines, Amigos de la Marimba de Carchá, integran un grupo fundado hace 12 años que tiene gran demanda y que ha actuado en los cuatro puntos cardinales de la Nación.
Ellos bailan todos los ritmos que las marimbas tocan: vals, foxtrot, 6 x 8, charleston, danzón, merengue, son, etc.
Las danzas que ejecutan no son de gran sofisticación, pero el lugar se transforma en un gran salón de fiesta.
Las maestras fundadoras no han tenido formación académica en ese campo, pero su entusiasmo, inteligencia y gracia natural las ha llevado a desarrollar un espectáculo de gran aceptación que suple cualquier carencia en términos de teoría escénica o dancística.
Los movimientos ágiles, los giros y la alegría con que los niños ejecutan cada presentación lleva impregnado un profundo amor por la Patria.
San Pedro Carchá, Alta Verapaz, es puerta de entrada al norte del país; el lugar es famoso por sus trabajos en plata. También lo es por la fabricación de marimbas. La Patzunera, elegante marimba propiedad del distinguido maestro Byron Santizo, que puso el hormigo en la Plaza Central, fue fabricada en Carchá, con preciosas maderas locales.
¿Y Por qué bailan?
Los bailarines danzan en parejas, 12 para ser exactos. Ellas, alegres como campanitas de cristal. Ellos, rectos y flexibles como tronco de cedro joven. Bailan abrazados, nunca se separan. “¿Por qué bailas?”, le pregunté a Andrea Cuéllar, linda chiquilla de 9 años de edad. “Porque bailando soy feliz”, respondió con una sonrisa que le venía del corazón.
Este conjunto no cobra por sus presentaciones. Vive del amor a la marimba y a la danza de todos sus integrantes y por el tesonero trabajo de Irma Ruiz y Sandra de Fuentes.
Vestuario
Hay mestizaje de estilos. Usan el corte plisado, como se hace en las Verapaces; el güipil es bordado con flores características del área, pero también hay fragmentos propios del altiplano.
Hay monocromía intencional: corte y güipil del mismo color, cada quien el color de su gusto, lo cual es una tendencia posmoderna. Usan chachales de monedas de plata y aretes de alambre con baño plateado.
Los hombres llevan pantalón negro y camisa sin cuello elaborada con la misma clase de tela del corte de su pareja. Hay asimetría de género: ellos usan zapatos de cuero negro; ellas, caites de cuero crudo.
Orquesta Juvenil
Llegó el turno de participar a los coros y orquesta juvenil. Iniciaron su actuación con O Fortuna, la rueda de la Fortuna de Carmina Burana, genial obra de Karl Orff, Múnich, 1937.
Esta maravillosa composición tiene una melodía simple que se repite y repite y va adquiriendo una fuerza tan grandiosa como la de una mar brava que se estrella contra un impávido acantilado. Es hedonismo, primitivo y fantástico. Las palomas de la Catedral volaban nerviosas ante aquel avasallador sonido.
Cambiaron a música sacra. El Aleluya, fragmento de El Mesías, de Haendel; Gloria y prosiguieron con música ligera.
La obertura Guillermo Tell, de Rossini; el Danzón No.2, de Márquez. Concluyeron con un exquisito arreglo de Luna de Xelajú, que fue cantada por el tenor David Ávalos, acompañado por los coros. Ovación y las palomas de la Catedral al aire de nuevo.
Nota final
Sabido soy de que a la Plaza Central de Guatemala se le denomina Plaza de la Constitución. Así es. Ese es nombre de casada. Pero su nombre de pila, con el cual nació y creció es Central, y todavía hay tanta gente que prefiere llamarla Plaza e incluso Parque Central.