EDITORIAL
Custodia de frontera norte urge hace mucho
Resulta curioso que desde mediados del siglo XIX existan algunos esfuerzos por crear seguridad fronteriza en Petén.
Parece un contrasentido decir que algo es urgente desde hace mucho, pero esa es una realidad diaria de Guatemala en diversos aspectos: necesidades de larga data, entre las cuales figura la protección fronteriza, la conservación de recursos naturales y culturales únicos en el mundo, así como el combate de grupos criminales que, literalmente, no respetan límites. Tan solo la línea superior del mapa de Guatemala, es decir el mayor trazo norte limítrofe con México, tiene 194 kilómetros, y debajo de esta solo hay parques protegidos, biotopos y zonas de conservación que integran la Biósfera Maya.
Al comparar, en fotos de satélite, la deforestación del lado mexicano es mucho más severa y pronunciada que del guatemalteco. Decimos más severa porque en Guatemala también hay señales claras de pérdida de bosque, pese a la categoría legal que tiene esta zona desde 1990. Y es que la selva tropical guatemalteca, con su riqueza perviviente de especies de maderas preciosas, fauna y sitios arqueológicos —muchos de ellos aún sin explorar— se convierte en codiciado botín de grupos de taladores ilegales, cazadores furtivos y ladrones del patrimonio que han ingresado impunemente durante demasiado tiempo desde México, debido a la poca vigilancia.
La Biósfera Maya tiene 21 mil 602 kilómetros: aproximadamente la suma de las áreas de Alta Verapaz, Izabal y Zacapa. En marzo y abril últimos se reportó el ingreso de convoyes mexicanos, en presunción ligados a bandas de narco, que deforestaron áreas del parque Mirador e incluso marcaron zonas, por lo visto para trazar caminos ilegales. La respuesta gubernamental fue reforzar con efectivos militares y policiales el área, pero por lo visto no es suficiente tal medida temporal.
Por ello reviste especial importancia el anuncio efectuado ayer por el presidente Bernardo Arévalo, sobre la instalación de un cuartel militar en un área más próxima a la frontera mexicana para combatir mejor el actuar de grupos criminales. En la actualidad existen brigadas cerca de Flores, Petén, la cabecera y en la ruta a Tikal, pero aún así están a 100 kilómetros del área limítrofe. No se reveló en dónde funcionaría la nueva instalación militar, pero se trata de un movimiento que urge desde hace demasiados años y, por ende, debería implementarse a la brevedad posible.
Resulta curioso que desde mediados del siglo XIX existan algunos esfuerzos por crear seguridad fronteriza en Petén. Más de un siglo y medio después es irrisorio que tal vigilancia no sea permanente, a pesar del asedio de grupos criminales. En manera alguna esto constituye una actitud hostil hacia los hermanos mexicanos; por el contrario, sería una colaboración binacional entre Estados, para combatir no solo el trasiego de drogas, sino también el contrabando y la trata de personas. Es posible que surjan oposiciones infundadas o intentos por infiltrar este futuro núcleo militar, debido a múltiples intereses ilícitos de mafias que hasta ahora detentan vastas áreas del Petén, dada la ausencia del Estado. Algunos de estos grupos incluso tienen ramificaciones politiqueras. La ubicación y funciones de la futura base militar hace suponer desde ya una diferencia tangible en cuanto a la protección de la demarcación limítrofe del país. Sin embargo, solo será efectiva si interactúa y coopera con otras entidades vinculadas con la protección ambiental y la seguridad civil; es decir, Policía Nacional Civil, guardarrecursos del Consejo Nacional de Áreas Protegidas y fundaciones y organizaciones no gubernamentales a cargo de parques nacionales.