Pluma invitada

Adviento

“Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria”.

El domingo 1 de diciembre encendimos en la fe cristiana la primera luz de adviento. Cuatro domingos previos a celebrar la natividad de nuestro señor. El evangelio a la letra dice: «En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

“Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria”.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.”».

Es una invitación a estar preparados a dar lo mejor que cada uno de nosotros puede dar en medio de dificultades y cuestionamientos difíciles de comprender. Adviento es una preparación de fe y de esperanza. Una época de aprendizaje de nuestro interior y de lo que

subyace a todo lo cotidiano de nuestras vidas.

A veces, alejarse del mundo es importante para entender esos momentos maravillosos de paz espiritual que nos cobijan de yerros malentendidos y de circunstancias que no conectan con los propósitos de una vida bien lleva.

La Natividad de 2024 es tan importante al haber superado la adversidad de la pandemia y de aquellas cosas que muchos negaron como fe en el espíritu humano de recobrarse de los momentos que opacan esa confianza y ese sentimiento de unidad con el prójimo.

Múltiples personas ven esperanza y consuelo, alegría, y nos preparamos para vivir en comunidad con una inquebrantable fuerza, a pesar de los difíciles vendavales de la vida.

Ser cristiano es tener ese coraje ante la vida que, en cualquier momento, transforma ese espectáculo de desánimo en una valiosa lección de vida.

Con cada uno de los suyos, con los cuales hace familia, hace comunidad, encontrará un juicio valioso para admirar el verdadero deseo de superar la adversidad y el temor.

Deseo a cada uno de los guatemaltecos prepararse para encontrar en la simple y fácil explicación de una palabra buena el significado complejo de no temer, pues el Cristo, encarnado, se manifiesta como esperanza para todo aquello que se considera perdido.

Amemos con verdadera dicha cada momento de esperanza por una Guatemala cristiana y cuyos valores prevalezcan por encima de los que dañan. La vida de cada uno renacerá en un momento en el que compartan la devoción de encarar con ánimo y valentía esos maravillosos momentos que la vida nos permite para ser útiles y de apoyo a los demás.

Feliz período de adviento.

ESCRITO POR:

José Miguel Argueta

Profesor universitario del curso Unión Europea. Formación doctoral en Derecho en la Universidad Francisco Marroquín y Comunicación Estratégica en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Politólogo de profesión.