Hace poco, Lou Meda presentó el libro La historia de la nefrología en Guatemala, para que futuras generaciones de médicos se interesen en esta materia y para que la población elija la prevención, en vez de pagar las consecuencias.
¿Qué se puede encontrar en las páginas del libro?
La lucha que varios médicos han librado, desde los años de 1960, para que en Guatemala no se condene a muerte a una persona con insuficiencia renal.
¿Por qué es una lucha?
Porque las personas no se han dado cuenta de que las enfermedades renales, cuando no son por malformación genética, son generadas por los malos hábitos. El descuido se paga caro, pero no solo en los pacientes; aún se tiene que educar a los médicos para que le den la importancia que merece este padecimiento.
¿Cómo influye la dieta para evitar afecciones renales?
En los últimos años han aumentado las enfermedades crónicas no transmisibles como las de los riñones, al punto de que igualan en cantidad de decesos a las infecciosas. La razón es la gran cantidad de sal y grasas saturadas que tiene la dieta que consumen las personas.
¿Cómo cambiar esa tendencia?
Eso es lo preocupante; las malas costumbres alimenticias se han incrementado y cada vez hay más niños con sobrepeso, obesidad e hipertensión. Hace falta una ley que regule la cantidad de grasa saturada que consumimos.
¿Los tratamientos son tardíos?
Sí, pero aún esa atención es deficiente. Solo el 60 por ciento de los enfermos reciben tratamiento, y de ese grupo, siete de cada 10 son capitalinos; es decir, en la provincia aún no se tiene la cobertura necesaria, además de que ahí no existen exámenes médicos preventivos y prevalecen los remedios caseros.
¿Es una enfermedad letal?
No tendría que serlo si se detecta a tiempo, ya que se puede tratar con medicamentos, diálisis o trasplante. En el caso de los niños, se debe a una malformación congénita de las vías urinarias, y con una simple cirugía se corrige el problema.
¿Cuáles son las causas de esta malformación?
Posiblemente la falta de ácido fólico durante el embarazo. En Fundanier hemos identificado que en Sololá, Chimaltenango, Escuintla y Retalhuleu se ha reportado la mayoría de casos congénitos.
¿Cuáles son los síntomas que podrían alertar a los padres?
La malformación congénita se manifiesta con infecciones urinarias y dolor de huesos; cuando falla el riñón hay hinchazón. Los adultos, en su mayoría, se enferman de los riñones a causa de diabetes o hipertensión, enfermedades totalmente prevenibles, si cambian sus hábitos de vida a tiempo.
¿Y si no lo hacen?
Tendrán que someterse, tarde o temprano, a hemodiálisis, que es el proceso artificial de limpiar la sangre, principal función del riñón, la cual tiene un costo elevado y de la que se necesitan tres sesiones a la semana.
¿También se puede hacer trasplante de este órgano?
Solo cuando hay falla de riñón. En Fundanier, en el 2008, se realizó el primer trasplante infantil y desde entonces se han efectuado 28.
¿Esto satisface la demanda?
No es suficiente, pero es el primer paso. En el caso de los niños es más fácil porque hay algún familiar dispuesto a ser donante.
¿Es más dífícil conseguir donantes para pacientes adultos?
Aún falta eliminar el tabú y promover la donación. No es falta de voluntad, sino de información. Pero, reitero, es más fácil cuidarse, al evitar el consumo excesivo de sal, grasas saturadas y bebidas carbonatadas.