Urge enderezar la conducción y a PMT
Un dato trágico es que uno de cada cuatro fallecidos en accidentes de tránsito es un peatón.
Con cierta frecuencia se podía observar pelotones de policías municipales de tránsito (PMT) devenir en cobradores de deudas al montar retenes y conminar a conductores a pagarlas con tarjetas de débito o crédito. Tal estrategia llegó a su fin con las reformas a la Ley de Tránsito aprobadas el 22 de noviembre en el Congreso, que también aprobó la validez de presentar la tarjeta de circulación y la calcomanía vigentes, en formato digital. También se estableció que las municipalidades no podrán imponer multas en rutas nacionales que atraviesen su territorio si no firman un convenio con la Policía Nacional Civil.
Y allí terminan los parches efectuados a una normativa que necesita de replanteamiento total y que ya ha pasado por varias reformas. Los siniestros de tránsito siguen aumentando, en cifras y gravedad en todo el país. En el 2023 se registraron cinco mil 886 hechos, con mil 613 fallecidos; hasta finales de septiembre iban cinco mil 942 accidentes y mil 703 fallecidos. Sí, hay irresponsabilidad de pilotos por abuso de velocidad, impericia, conducir bajo efectos de licor o drogas, que en algunos casos son combatidas mediante operativos policiales; sin embargo, también hay deficiencias vehiculares —en automóviles o motos—, como la falta de una o dos luces delanteras, falta de pidevías o luces de freno traseras, las cuales no son sancionadas.
El aumento del parque vehicular es otro factor que acrecienta el riesgo de percances, pero resulta curioso que, a partir de las 19 horas, muchas arterias y cruces principales donde todavía hay atascos están a la buena de Dios. No hay agentes de tránsito cuando más se les necesita y a menudo da la impresión de que su labor se limita a alimentar arcas municipales. Es urgente educar al conductor y, eventualmente, sancionarlo, pero también debe existir presencia de la autoridad en horas críticas.
Un dato trágico es que uno de cada cuatro fallecidos en accidentes de tránsito es un peatón. Según la ley, las personas que van a pie tienen derecho prioritario de paso frente a cualquier automotor. Pero en la realidad, muchos automovilistas, camioneteros, taxistas y motociclistas se creen superiores y, en su impaciencia, le bocinan o tiran el vehículo al caminante. Esto es especialmente sintomático en conductores de motos, que han agarrado la maña de hacer discrecional la luz roja: si no viene vehículo, se atraviesan, sin respetar el derecho de los transeúntes a pie. Ninguna PMT sanciona eso, y sigue sucediendo. Cabe acotar que 49 % de muertos en accidentes viajan en moto.
La actual norma de tránsito es parca respecto de las responsabilidades de conducir motocicletas, cuyo parque vehicular alcanza los 2.6 millones, razón de más para incluir estamentos para sancionar la sobrecarga, la falta de luces reflectivas, las zonas por donde deben conducirse y hasta reforzar el uso de casco protector. Entretanto, motociclistas se suben impunemente a las aceras, llevan hasta cinco pasajeros —como si fuera un acto circense—, avanzan a oscuras en ruta y con el casco como si fuera pulsera.
Los vacíos de la ley son aprovechados por taxistas piratas —ante la inacción de las municipalidades—, por microbuses o picops que transportan personas sin condiciones mínimas de seguridad y hasta por propietarios de vehículos japoneses que traen el timón del lado derecho, una peligrosa ridiculez en un país con mayoritario volante izquierdo. Todo eso y más falta corregir en la normativa de tránsito. Por ahora, hay que conformarse con la chapuza del Congreso, que más parece —a la luz de recientes barrabasadas— una medida para congraciarse previamente con la población. Solo una nueva normativa haría obligatoria la homologación de prácticas en las policías municipales de tránsito.