Editorial

Primera Eureka sirvió para develar otro fraude

El jefe de la SAT, Marco Livio Díaz, no dio el nombre de la compañía, pero se refiere a ella como “contribuyente”, aunque dicho término resulta una antípoda.

¡Eureka! es una expresión griega que equivale a  “¡Lo he descubierto!”,  y es la célebre exclamación proferida por el científico, filósofo y matemático griego Arquímedes (siglo III a. C) quien, mientras se bañaba, se percató  de que la masa de su cuerpo desplazaba una cantidad semejante de agua en una bañera, dando lugar al célebre principio físico que lleva su nombre. Pero no solo eso, a través de ese postulado descubrió, según relata una tradición, el fraude de un joyero. El rey de Siracusa  le dio cierta cantidad  de oro al joyero, pero cuando este entregó la pieza, el monarca  tuvo duda acerca de si había utilizado todo el oro recibido. Arquímedes era consejero real y gracias a su reciente Eureka hizo una prueba: sumergió una cantidad de oro similar a la entregada por el rey  y también la corona en cuestión. Y se descubrió que el estafador había fundido otros metales para quedarse con parte del oro.

Como si se tratara de una versión paralela del relato de aquella estafa descubierta,   la Superintendencia de Administración Tributaria de Guatemala denunció ayer el caso denominado Eureka B410, acerca de una defraudación de Q6.4 millones al Estado de Guatemala por parte de una empresa contratista. A esta se le asignaron proyectos desde el período de Alejandro Giammattei Falla por valor de Q   133 millones.

El jefe de la SAT, Marco Livio Díaz, no dio el nombre de la compañía, pero se refiere a ella como “contribuyente”, aunque dicho término resulta una antípoda. No solo no declararon impuestos al valor agregado ni sobre la renta por los montos cobrados, sino que además no tenían equipo para ejecutar lo contratado. Así que subcontrataron a otras empresas de cartón del entramado B410, las cuales  tampoco tenían el personal ni la maquinaria. Ni siquiera sus sedes físicas son reales.

Como tantas empresas de cartón creadas por previas camadas de  funcionarios corruptos, la dirección consignada no existe y  la supuesta sede comercial es una casa en la colonia Eureka, zona 21. Es por ello que la SAT denunció el caso en el Ministerio Público para que prosiga las pesquisas y así deducir responsabilidades. Ahí es donde esta institución enfrenta la misma prueba que la corona del rey, ya que han transcurrido cien días desde la primera denuncia del entramado de más cuatrocientas empresas que se pagaban entre sí por bienes y servicios que no podían proveer. A la fecha, el MP  todavía no presenta ningún resultado ni acusación, lo cual contrasta con la celeridad de otros casos.

La empresa consignó falsas sedes en San Benito y Santa Elena, Petén, así como una casa en la colonia Justo Rufino Barrios, zona 21 capitalina,  Cuando la SAT suspendió el número de identificación tributaria de la firma innombrada —a causa del B410—, representantes de esta se acercaron para dar una dirección correcta en la Eureka, pero al llegar los inspectores esta no tenía visos de oficina, menos de centro de actividad de una constructora. La empresa ha recibido adjudicaciones de  2021 hasta 2024, pero la contabilidad provista a la SAT data solo del 2022 y arguyen que el resto  fue “robada”.

Para más suspicacias, muchos de los contratos adjudicados por los ministerios de Comunicaciones y   Salud durante el pasado gobierno fueron por montos menores a Q90 mil, para evadir licitaciones: el mismo amaño utilizado por el fraude en compra de equipo para el hospital de Chimaltenango, otro caso tratado con relativa laxitud por el MP, que ya debería reportar avances sólidos en la pesquisa B410, que involucra una defraudación al Estado por Q300 millones. De no ser así, solo habrá que exclamar ¡Eureka!

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