EDITORIAL
Tema aeroportuario no debe dejarse en el aire
La discusión acerca del desarrollo, ampliación, seguridad e incluso traslado del Aeropuerto Internacional La Aurora comenzó hace más de 25 años.
La discusión acerca del desarrollo, ampliación, seguridad e incluso traslado del Aeropuerto Internacional La Aurora comenzó hace más de 25 años y nunca se concretó nada estratégico. Se han ejecutado a medias iniciativas y proyectos, pero ninguno ha llegado a término, sobre todo a causa de la demagogia barata —que siempre sale cara—, las voracidades lesivas y las mediocridades producto de colocar nulidades en cargos clave. Las inversiones en la terminal aeroportuaria no tuvieron continuidad y han sido relegadas, porque ciertos “gobiernos” enarbolaron el tema desde el veneno populista, diciendo que eran obras “para ricos”, como si el turismo internacional no beneficiara a todos los sectores o como si miles de migrantes connacionales no merecieran una puerta digna de retorno a su tierra.
La necesidad de transformar el principal aeropuerto internacional de Guatemala, de ampliar y mejorar la red de aeródromos, de modernizar los servicios y los protocolos de seguridad fueron puntos que de nuevo se subrayaron en conferencias y paneles del Aviation Day Guatemala, evento promovido por la Asociación Internacional de Líneas Aéreas (Aila). En efecto, se trata de una ansiada necesidad, que varios gobiernos han querido parchar con improvisaciones y también con tácitos afanes de lucros ilícitos.
Los rezagos siguen a la vista, mientras otros países del Istmo ya nos rebasaron por vía terrestre, aérea y marítima, es decir, con mejores carreteras, aeropuertos y terminales portuarias en desarrollo. Eso es vergonzoso para la economía más grande de Centroamérica, pero cabe recordar que el Estado no produce riqueza; su objetivo es crear las condiciones de certeza jurídica, seguridad pública e infraestructura para generar oportunidades. La politiquería rancia distorsiona tales fines.
Basta ver la farsa de “aeropuerto de carga” que se comenzó a pagar en el período Giammattei Falla y sigue inconcluso. Tampoco tenía ningún plan de mejora para la conexión vial, lo cual denota su naturaleza extractiva. A la fecha no se sabe de ninguna pesquisa del MP por fraude, lavado o malversación relacionada con tal fiasco. Es allí donde la impunidad de actos lesivos también hace daño a la competitividad logística del país.
En el foro del Aila se anunció por parte del actual Ejecutivo el proyecto para separar legalmente la gestión del aeropuerto de la de Aeronáutica Civil, una simbiosis que devino en nido de ambiciones. Basta ver el negocio de las gradas y ascensores que no tenían las medidas requeridas o los contratos amañados de publicidad que una empresa detentó sin pagar rentas al Estado mediante argucias judiciales. Se anunció para diciembre la iniciativa de ley para independizar a La Aurora y posibilitar con ello una nueva forma de administración. Debería ser una discusión prioritaria y urgente en el Congreso.
Personeros de líneas de aviación y funcionarios de turismo coincidieron en señalar la necesidad de mejorar la conectividad por vía aérea, para retomar el lugar que Guatemala merece como polo de visitas, dados sus amplios tesoros naturales, históricos, arqueológicos y culturales. Ya se ha propuesto este objetivo y también se han lanzado propuestas visionarias, pero se han quedado literalmente en el aire y, por ende, la estrategia turística a largo plazo no despega. Guatemala arrastra ya demasiado tiempo perdido, con un costo de oportunidad incalculable. No obstante, el potencial de atractivos en todo el territorio nacional se mantiene. Por supuesto, también se necesita de planes inmediatos y de largo plazo respecto de la infraestructura vial.