Dalila Lucero, afectada, dijo que el camino de acceso a la comunidad se encuentra en pésimas condiciones, el edificio que se construyó para que funcione el centro de Salud está abandonado, al igual que el tanque de agua y el salón comunal; además, los paneles solares se han arruinado, por lo que deben utilizar candelas de cera.
Agregó que las familias afrontan escasez de agua, que no es apta para el consumo, según les informó Salud Pública.
Un manantial se encuentra a dos kilómetros de la aldea, pero no es suficiente para abastecer a la comunidad, afirmó Lucero.
Albertina Salguero, vecina, contó que su esposo murió hace dos años porque no tuvo atención médica.
“De los 158 que llegamos de Bolivia, 18 se regresaron, porque las condiciones de vida son mejores allá”, dijo.
Fidel García, otro retornado, lamentó la pobreza en que vive y recuerda que antes de que fueran traídos les mostraron videos con carreteras asfaltadas y áreas muy bonitas, pero nunca les dijeron que los asentarían lejos de las zonas urbanas, en donde no hay ni siquiera agua para beber.
“El molino de nixtamal comunitario dejó de funcionar por falta de combustible, y no tenemos dinero para abastecerlo y darle mantenimiento; las mujeres tienen que moler el maíz en piedra o molinos de mano. En lugar de avanzar, retrocedimos”, expresó.