Economía

Pacto fiscal en EE. UU. palidecería ante expectativas

Sea que fuere negociado de prisa antes del Año Nuevo o dejado para principios de enero, el acuerdo presupuestal que forjan el presidente Barack Obama y el Congreso tendrá un alcance mucho menor al que concibieron inicialmente como una alternativa a incrementos fiscales y recortes al gasto que serían fastidiosos para los estadounidenses. 

El acuerdo, en caso de alcanzarlo a tiempo, pospondría algunas decisiones relevantes sobre cambios en el fisco y en programas sociales, y dejaría pendientes otros plazos que posiblemente lleven a momentos similares de negociación al límite. En algunos de estos casos, el diferimiento sería cosa de semanas.

Los negociaciones republicanos y demócratas en el Senado esperaban llegar a un acuerdo en la madrugada de este domingo sobre los montos de ingresos que tendrían un aumento de impuestos, sobre la conservación o eliminación de tasas y exenciones fiscales, sobre la manera de pagar prestaciones por desempleo, y sobre la forma de evitar reducciones en el pago de médicos del sistema de atención médica a ancianos  (Medicare) .

Un convenio impediría la aplicación automática y generalizada de alzas fiscales para casi todos los estadounidenses, y quizás temporalmente evitaría reducciones de gasto en programas de la defensa y de otros sectores del gobierno.

Sin embargo, se ha dejado de hablar de una gran negociación que atendiera las exigencias de gasto e ingresos y que colocaría al país en la ruta de un déficit menor. Obama y el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, llegaron en algún momento a diferir en unos cuantos cientos de miles de millones de dólares en la consecución de un acuerdo que hubiera reducido el déficit en más de dos billones de dólares en una década.

La expectativas ahora disminuidas distan mucho de la animada retórica bipartidista de hace apenas seis semanas, cuando los dirigentes del Congreso fueron a la Casa Blanca a preparar el escenario para las negociaciones.