De cualquier forma, algunos están molestos por la presencia de la estatua en un lugar que ha dejado tantas heridas. El Centro Simon Wiesenthal, de defensa de los judíos, calificó la colocación de la estatua como “una provocación sin sentido, que insulta la memoria de las víctimas judías de los nazis”. “En lo que respecta a los judíos, la única oración’ de Hitler era que fueran exterminados de la tierra”, dijo el director del grupo, Efraim Zuroff, en un comunicado.
Sin embargo, muchos más han elogiado la pieza, diciendo que tiene un gran impacto emocional y los organizadores defendieron su decisión de presentarla en el gueto. Fabio Cavallucci, director del Centro de Arte Contemporáneo, que supervisó la instalación dijo: “No hay intenciones de parte del artista o del centro de insultar la memoria de los judíos”. “Es una obra de arte que trata de hablar sobre la situación del mal escondido por todas partes”, dijo.
El gueto de Varsovia estaba en una zona de la ciudad que los nazis aislaron después de que invadieron Polonia. Ahí obligaron a los judíos a vivir hacinados en condiciones inhumanas mientras esperaban a ser deportados a campos de concentración. Muchos murieron de hambre o enfermedades, otros fueron asesinados por los alemanes incluso antes de ser transportados a los campos. La instalación de la estatua de Hitler forma parte de una retrospectiva sobre la obra de Cattelan titulada Amen, una exposición que explora temas como la vida, la muerte, el bien y el mal.
Las otras obras de la muestra están en el Centro de Arte Contemporáneo, que se encuentra en el castillo Ujazdowski. La estatua de Hitler se puede ver desde un agujero en una puerta de madera en la calle Prozna. El público sólo puede ver la espada de una figura rezando en el patio. Por su pequeño tamaño da la impresión de que se trata de un niño inofensivo. “Todos los criminales fueron alguna vez un niño indefenso e inocente”, dijo el centro al comentar la obra. El gran rabino de Polonia, Michael Schudrich, dijo que lo consultaron bastante antes de colocar la estatua y que no se opuso porque consideró el valor del esfuerzo del artista por tratar de crear cuestionamientos morales al provocar a los espectadores. Agregó que los organizadores le aseguraron que no tenían intención de reavivar la imagen de Hitler, sino de mostrar que la maldad se puede disfrazar como un dulce niño rezando.
“Me pareció que podría haber un valor educativo en eso”, dijo Schudrich, quien también escribió una introducción al catálogo de la exposición en el que dice que el arte “nos puede hacer enfrentar el mal del mundo”.