Editorial
Una preocupante Corte Suprema sin cabeza
Podrían elegir hoy o mañana, pero de esta semana no pueden pasar.
La rama del Derecho es una profesión noble, técnica, necesaria y de gran servicio a la población, excepto en los casos de leguleyos que, con todo y especialidades, utilizan la ley para güizachadas, la retuercen para oscuras conveniencias y utilizan los intersticios para trazar mañosas interpretaciones distantes de los principios éticos, del espíritu de la norma y del entramado institucional. Por eso mismo fue revelador un discurso del magistrado y actual presidente interino de Corte Suprema de Justicia (CSJ), Carlos Rodimiro Lucero, grabado en video y difundido en redes, en el cual denota su interés por prolongarse cinco años en la presidencia del Organismo Judicial, aprovechando el desacuerdo —por no decir la incapacidad— del pleno de magistrados para definir a un titular.
No obstante, la Corte de Constitucionalidad (CC) enderezó el domingo último una directriz a la CSJ para que en el término de cinco días se reúnan, busquen acuerdos, voten y sigan votando hasta nombrar una cabeza. Desarman así la argucia de Lucero. Podrían elegir hoy o mañana, pero de esta semana no pueden pasar. Sin embargo, ya la sola orden de CC causa vergüenza ajena y conduce a cuestionar los objetivos, los intereses o las voracidades detrás de la pugna, con todo y patrocinadores tras bambalinas.
Es inicuo que 13 profesionales universitarios, con posgrados, con largas trayectorias consignadas en sus expedientes de postulación e incluso con cargos de docencia universitaria resulten, parezcan o sean incapaces de lograr acuerdos para designar a un presidente de la CSJ. ¿Será que para eso servía evaluar el requisito de honorabilidad e idoneidad, evadido en las postuladoras por influjo de ciertos comisionados mandaderos? ¿Pesan tanto los conflictos de interés que nadie cede?
La presidencia temporal que recae en el vocal 1 es como una llanta de repuesto para evitar vacíos de autoridad. En la anterior CSJ, la presidencia “interina” recayó por cuatro años consecutivos en la magistrada Silvia Valdez, durante los cuatro años de período extemporáneo que a su vez se debieron al desinterés del anterior oficialismo legislativo en designar magistrados. El juez Lucero confesó, en el video de marras, haber procurado su designación como vocal 1, con la premisa de seguir el método de llanta de repuesto convertida en permanente. Querer aprovechar el mismo vacío legal en una CSJ recién elegida habla mal de su criterio y también de los 12 que tácitamente lo permitirían.
“Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia elegirán, entre sus miembros, con el voto favorable de las dos terceras partes, al presidente de la misma, el que durará en sus funciones un año y no podrá ser reelecto durante ese período de la Corte”, dice el artículo 215 de la Constitución. ¿Para qué iba a existir tal cargo en la Carta Magna si pudiera ser suplantado por defecto? Sería una especie de fraude de ley o una demostración pública de falta de idoneidad para las funciones. El artículo 214 dice: “En caso de falta temporal del Presidente del Organismo Judicial (…) lo sustituirán los demás magistrados de la CSJ en su orden de designación”. Temporal, especifica.
Ya han existido pulsos así en anteriores CSJ, pero no nos vamos a poner a convertir negligencias en precedentes, tal como propugna el magistrado Lucero: “Así podemos estar los cinco años y esto podría funcionar perfectamente; esta es la idea que hay que venderle a la población, no hay nada entrampado, no hay necesidad de entrar en consensos”. Ningún magistrado tiene que vender nada a la población ni a nadie. En todo caso, que elijan dedicarse a servir al Pueblo de Guatemala si aún no lo hacen.