En la entrada está Jack, un perro que no permite que nadie se acerque a la puerta de la familia Méndez Zamora y está atento a los visitantes que irrumpen en la tranquilidad de su hogar.
La habitación grande es de sus padres y es ahí donde guardan los orgullos de Cristian. Sobre su refrigerador están seis trofeos que ha ganado en torneos nacionales, además de tres Vírgenes que han sido testigo de los triunfos y sueños del tenista.
En las paredes cuelgan dos raquetas, regalos especiales que Cristian recibió de su amigo Christopher Díaz, quien se siente identificado con esta promesa del tenis, pues sus inicios fueron similares en el deporte.
El muchacho de 14 años, quien aún muestra timidez para expresarse, formó parte de un programa de escuelas de tenis de la Federación de este deporte, que ayudó a decenas de atletas que no gozaban de una situación económica estable para mantener un deporte poco accesible, debido a los implementos para practicar.
Este programa ya no existe y Cristian es el único de los estudiantes que continúa entrenando.
“En la escuela donde estudiaba llegaron a becar a alumnos y ahí fue donde me di cuenta de que podía jugar tenis. Lo tomé en serio y ahora vivo para jugarlo”, expresó Cristian.
Sueños en grande
En cuatro años Cristian se convirtió en una de las grandes promesas, pues ya posee varios triunfos en torneos locales, además de participaciones internacionales en El Salvador y Panamá, donde ocupó lugares privilegiados.
“He ganado torneos aquí, y en otros quedo en buenas posiciones. Pienso que me ha ido bien”, afirmó.
Aunque solo es el comienzo de su carrera, Cristian aseguró que grandes cosas se pueden lograr y desde ya tiene en mente seguir los pasos de Christopher Díaz, quien es considerado el mejor tenista en la historia de Guatemala.
“Él es un ejemplo a seguir porque también le costó mucho y ahora ha ganado torneos internacionales. No he hablado mucho con él, pero gracias a su ayuda he podido seguir jugando”, dijo Cristian.
Méndez cuenta que durante un entrenamiento en la zona 15 apareció Christopher, quien se le acercó para regalare dos raquetas que guarda con mucho cariño.
“Él se ha superado bastante y lo admiro. Cuando me regaló las raquetas me dijo que las cuidara, por esas cosas, quiero ser como él”, expresó.
Lucha diaria
El tenis de campo es uno de los deportes más caros, pues unas raquetas o zapatos tenis, cuestan más de Q1 mil, lo que es un obstáculo para Cristian.
“Siempre buscamos ofertas y compramos sus tenis a pagos, porque son muy caros. Lo apoyamos porque es algo que le gusta y persigue sus sueños”, indicó su madre, Reina, su fiel admiradora.
“Mis padres me ayudan mucho. Mi mamá siempre me acompaña y hacen un gran esfuerzo para comprar mis cosas”, afirmó Cristian.
A sus 14 años, Cristian tiene claro que no es fácil sobresalir en este deporte, pero a pesar de las dificultades económicas no pierde sus sueños y sabe que algún día estará en una gira ATP, al lado de los mejores tenistas del planeta.