El republicano reflotó su eslogan “perfora, bebe, perfora” durante su campaña. Incluso, negó a su manera la existencia del cambio climático provocado por la humanidad: “Hace mucho frío aquí fuera hoy”.
La capacidad de negociación de los enviados estadounidenses a la COP29, que comienza el 11 de noviembre, se verá limitada.
Se teme que Washington abandone la diplomacia climática, lo que puede socavar los esfuerzos mundiales por reducir el consumo de combustibles fósiles.
Si Trump olvida los objetivos climáticos de Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero, esto puede dar pie a que otros grandes contaminadores, como China e India, dejen de lado sus planes medioambientales.
El historial del republicano en este campo es alarmante. Durante su primer mandato, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París. Además ha prometido volver a hacerlo, después de que el demócrata Joe Biden reenganchara al país con los objetivos de la comunidad internacional.
El procedimiento formal de salida demora un año, así que formalmente Estados Unidos seguirá dentro del acuerdo hasta 2026, ya que Trump asume el cargo en enero de 2025. No obstante, la administración republicana podría tomar medidas que se alejen de los objetivos fijados.
Washington se comprometió a reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en comparación con los niveles de 2005. En 2023, las emisiones habían caído un 18 %, según el Grupo Rhodium.
Un análisis de Carbon Brief advierte que bajo el mando de Trump, Estados Unidos emitirá del 2024 a 2030 unos 4 mil millones de toneladas métricas más de CO2. Es decir, lo que contaminan juntas la Unión Europea y Japón en un año.
“El resultado de la elección estadounidense tendrá ramificaciones en todo el planeta“, dijo a la AFP la especialista en clima Leah Stokes, politóloga de la Universidad de California en Santa Bárbara.
Retrocesos
También está en el punto de mira del presidente electo la Ley de Reducción de la Inflación, impulsada por Biden para destinar cientos de miles de millones de dólares en créditos fiscales e inversiones para la implementación de energías limpias.
Trump ha prometido acabar con todos los fondos de esta ley que no se hayan gastado. Aunque conseguir los apoyos para revocar esta ley no va a ser sencillo, ya que algunos legisladores de la filas republicanas ven con buenos ojos estos incentivos económicos.
El presidente electo ha prometido poner fin a la moratoria de Biden a conceder permisos de exportación de gas natural licuado (GNL) y acabar con lo que, socarronamente, denomina el “mandato de los vehículos eléctricos”, lo que en realidad son un conjunto de normas sobre emisiones de vehículos de combustión para impulsar los vehículos eléctricos, pero en ningún caso es una imposición de estos últimos.
Las nuevas normas de la EPA destinadas a reducir las emisiones de carbono de las centrales eléctricas de combustibles fósiles también están entre ceja y ceja del republicano.
“Preveo que habrá bastantes litigios ante cualquier intento de derogar estas normas”, declaró a la AFP Fatima Ahmad, de la consultora climática Boundary Stone Partners.
También cree que gobiernos estatales y locales, junto con actores del sector privado, tomen caminos medioambientales opuestos a los de la Casa Blanca. Pero a pesar de estos esfuerzos, el impacto potencial de la nueva administración a nivel nacional e internacional es alarmante.