Estamos ya a escasos cinco días del nacimiento del Mesías, del Hijo de Dios, el Emmanuel del Dios Encarnado, y se ha disfrutado esta temporada dedicada a gozar la Navidad, con luces y pascuas. Por varias semanas se han gozado las tradicionales posadas con cánticos de villancicos, que han traspasado la historia de los siglos. Entre otros, se escuchan por todas partes: Allá en el Pesebre donde nace Jesús ¡Oh Blanca Navidad!, Noche de Paz, Noche de amor, El Niño del Tambor, Ro-po-pon-pon Y así momentos gratos que traen a la Navidad paz, gozo, amor y alegría, porque son el legado de grandes músicos, poetas y escritores cristianos.
Sí, muchas son las celebraciones en esta época de Navidad ¿Pero qué significa todo esto para los verdaderos cristianos? ¿Todo esto ayuda a vivir una Navidad con Cristo? Sí, pero si proclamamos con nuestra actitud de vida que Cristo vino al mundo para darnos a conocer planes divinos de Dios.
Es oportuno preguntarnos cuando estamos a las puertas de la Navidad, por ejemplo, si con nuestros actos y acciones estamos cumpliendo los mandamientos cristianos y la ley de Dios. Dice Juan 2,3: Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos ¿A conciencia amamos al prójimo y compartimos con los necesitados? ¿Nos acercamos a los niños y a los ancianos, a los enfermos y a los pobres?
La Navidad es la mejor oportunidad para agradecer a Dios, por medio de su Hijo Jesucristo. Por la salud, por la familia, por los amigos. La Navidad nos da la oportunidad para agradecer a Dios por el regalo de la vida, que es obra de su creación ¿Y por qué no? Agradecerle los días nublados y los momentos tristes, las penas y el dolor. Sí, dar siempre gracias a Dios por todo.
Claro está que todos los días de nuestra vida debiésemos hacer estas reflexiones y no solo en Navidad, porque Dios es el dueño del tiempo y de la eternidad. Y los que en Dios creemos debemos honrarle con nuestros actos y nuestro testimonio de vida.
Después de compartir con la familia, con los amigos, con el prójimo necesitado; de disfrutar nuestras tradiciones y la música celestial de los villancicos, los deliciosos tamales y el ambiente de alegría, debemos conservar dentro del corazón el sentimiento y el amor por el nacimiento de Jesús, el Salvador. Lo cierto es que no existe en el año otra fiesta tan grande, llena de tantas emociones como la Navidad, aunque algunas veces algunos la conviertan en lucro, pretexto para gastar y consumir licor.