Agoreros del tremendismo
Estas predicciones, sin base científica alguna, afortunadamente fueron derrumbadas por los verdaderos conocedores e intérpretes de todo lo relacionado con la cultura maya, que cada vez más afianza su lugar como la más importante y avanzada del continente americano. Sin embargo, en algunos lugares del mundo aún hay grupos de personas que han creído esas patrañas y por ello se han preparado de diversas maneras para “sobrevivir” al inminente cataclismo supuestamente predicho desde hace miles de años.
Por ello, uno de los factores colaterales que deben ser analizados por los medios de comunicación internacionales es su responsabilidad de dar a conocer, sobre todo si se tiene alcance mundial, versiones antojadizas y con poca o ninguna base científica acerca del fin del mundo o de la raza humana. Hoy en día es muy fácil relacionar los problemas del medioambiente, por ejemplo, con predicciones de cualquier cultura. Esto se debe al simple hecho de que las culturas ancestrales tenían una relación más directa con el mundo natural, como consecuencia de las limitaciones de muchos conocimientos y descubrimientos logrados con el paso de los siglos.
En la actualidad, la tecnología, el crecimiento de las ciudades y factores como la contaminación, así como la creencia de una superioridad del ser humano sobre el resto de criaturas naturales, provocan un enfriamiento entre la relación del hombre con los elementos principales de la vida, como el agua, el fuego, la tierra, que han sido valorados en su verdadera importancia por todas las formas en que la raza humana ha creado civilizaciones antiguas.
Estas consideraciones son importantes porque a nadie escapa que el ser humano necesita revisar su relación con la naturaleza, que no tiene una interminable e inextinguible capacidad de sostener la vida. De ser considerado así, el mundo natural ya está dando muestras de agotamiento y enviando mensajes que deben ser escuchados. La Tierra es finita y el hombre de hoy está en la capacidad de matarla, actitud que no resiste el menor análisis lógico porque implica un suicidio colectivo, a veces producto de decisiones de grupos humanos pequeños pero poderosos, que de todos modos perecerán si el mundo natural desaparece.
Es tranquilizador, para quien piensa con cuidado, darse cuenta de que en la cultura maya no pudo caber el tremendismo. La extinción de la vida, en todo caso, será paulatina y por eso los agoreros solo se pueden refugiar en una posibilidad que, dicho sea de paso, ya ocurrió hace millones de años, es decir, el choque de un asteroide contra el planeta. El 13 Baktún, gracias a la labor de los científicos, puede celebrarse en su calidad de acontecimiento cultural de primer orden.