El escritor local Enrique Noriega agrega lo que llama poesía “erótico-espiritual”. “Uno de los mejores ejemplos de esta corriente es el Cantar de los cantares, del rey Salomón”, señala Noriega.
Los escritores del siglo pasado Henry Miller, Vladimir Nabokov y Charles Bukowski tienen ese tinte de sexualidad en sus escritos.
En el género erótico se pueden notar dos vertientes: la poesía, la cual está escrita por mujeres, y la prosa, por hombres. “Pareciera que ellas son más sensibles con el tema sexual. Los varones ven el acto como más práctico, en cambio las mujeres suelen darle romanticismo a lo que escriben”, dice la escritora Patricia Cortez y añade que las féminas prefieren las novelas rosa, sugerentes, pero no explícitas.
En los hombres su literatura es ruda, directa y casi salvaje. “Un ejemplo claro es El tigre, de Flavio Herrera, que describe escenas sexuales en las que el patrón fuerza a sus trabajadoras a tener relaciones, y hasta les da un tinte heroico”, expone Cortez.
Contexto local
El escritor guatemalteco radicado en Francia Luis Eduardo Rivera expresa que hasta la generación de la década de 1970 no existía una tradición erótica. “Había algunas muestras en la poesía de Manuel José Arce y en los poemarios de Marco Antonio Flores”, afirma.
En esto coincide Cortez. “Flores tiene sensualidad en su poesía. Su prosa, por el contrario, es la lucha armada con matices sexuales, pero no su eje central”.
Rivera recalca que antes, en las letras guatemaltecas, todo era eufemismo y hasta cursilería al abordar ese tema. Poemas de la izquierda erótica, de Ana María Rodas, publicado en la década de 1970, abre a la luz pública este tipo de lectura.
Pornografía
Los escritores consultados coinciden en que un texto bien escrito y sugerente siempre será algo erótico, lo escrito con mal gusto es pornográfico.
La elegancia es, a su criterio, la clave de este juego de palabras.
Rodas refirió que Isabel de los Ángeles Ruano tiene un poema exquisito que habla sobre la autosatisfacción femenina, sin necesidad de sumergirse en el morbo. Rivera indica: “En Miller hay humor, reflexión, originalidad en las ideas, estilo, belleza en la escritura y al mismo tiempo seduce”.