Alternativas

Transformando a Guatemala: de la corrupción a la inclusión y prosperidad

Hoy, más del 50% de nuestra población vive en la pobreza y el 15%, en condiciones de pobreza extrema.

“Por qué fallan los países: el origen del poder, la prosperidad y la pobreza”, es el libro escrito por Daron Acemoglu y James A. Robinson que fue publicado en el 2012. El Dr. Acemoglu es un economista originario de Turquía y actualmente vive en EE. UU.. siendo profesor en MIT. Es conocido por sus trabajos en economía política, desarrollo y crecimiento económico. El Dr. Robinson es un economista y politólogo británico que actualmente es profesor en la Universidad de Chicago.


En el libro, los autores presentan su teoría de por qué en el mundo existen países con economías exitosas y otros con economías fracasadas. Ellos proponen que el éxito o fracaso de los países no depende de su ubicación, de su raza, de sus recursos, sino principalmente depende de las decisiones que toman sus líderes a lo largo de toda la historia del país. Estas son cruciales, ya que moldean sus instituciones políticas y económicas. Un país exitoso se caracteriza porque sus instituciones son inclusivas. Ello motiva la participación de toda la población, promoviendo la innovación, el crecimiento económico y la igualdad de oportunidades. El resultado es un círculo virtuoso de desarrollo y prosperidad. Por el contrario, las instituciones de los países fracasados son extractivas. Se caracterizan por beneficiar a una pequeña élite, limitando la participación de la mayoría y concentrando el poder, la riqueza y los recursos en unos pocos. El resultado es un círculo vicioso de conflicto, pobreza y estancamiento. Existen varios ejemplos desde la antigüedad hasta nuestros días que respaldan la teoría: Atenas y Esparta, Corea del Norte y del Sur, Alemania del Este y del Oeste, Haití y la República Dominicana, la mayoría de los países latinos comparados con Canadá y EE. UU… Por su trabajo, los autores recibieron el Premio Nobel de Economía de 2024. Por supuesto, los autores mencionan que las instituciones extractivas pueden transformarse y volverse inclusivas. El cambio suele ser un proceso largo y difícil, a menudo impulsado por crisis o movimientos sociales.

El egoísmo gubernamental impide la implementación de políticas efectivas que beneficien a la mayoría de la población.


Nuestro desafío es aceptar el análisis de la situación de Guatemala bajo los conceptos de los doctores Acemoglu y Robinson. Nuestro país siempre ha estado bajo instituciones extractivas. Desde la época colonial a la fecha, el poder, la riqueza y los recursos se han concentrado en una pequeña élite mientras la mayoría de la población, principalmente la indígena, ha sido marginada. Nuestra guerra interna es un ejemplo claro de cómo las instituciones extractivas pueden resultar en conflictos prolongados y devastadores. Durante ese período, el gobierno y las fuerzas militares, apoyados por la élite económica, lucharon contra grupos insurgentes que buscaban una mayor igualdad y justicia social. Desafortunadamente, estos grupos lo hicieron bajo la bandera del comunismo, que también es un sistema extractivo y lleva al total fracaso económico y político. Al no contar con la inclusión de la participación ciudadana en las decisiones políticas y económicas, presentamos una distribución desigual de la riqueza. Hoy, más del 50% de nuestra población vive en la pobreza y el 15%, en condiciones de pobreza extrema. Además, la corrupción generalizada nos ahoga y la falta de transparencia de los gobiernos solo intensifica los problemas. El egoísmo gubernamental impide la implementación de políticas efectivas que beneficien a la mayoría de la población. Eso nos hace terreno fértil a cualquier ideología izquierdista. Sencillamente, la institucionalidad extractiva no permite una política de desarrollo económico sostenible.


Guatemala enfrenta una penosa situación con muchos desafíos y puede deberse a que sus instituciones políticas y económicas siempre han sido extractivas. Sin embargo, es posible migrar hacia un modelo más inclusivo que fomente el desarrollo y la prosperidad. Se necesita de mucha energía y mucho deseo de cambio para lograrlo mediante la mayor participación de la población.

ESCRITO POR:

Carlos R. Paredes

Consultor en desarrollo institucional y empresarial. Máster en Economía Aplicada y Administración de Negocios. Ingeniero Mecánico Industrial. Exdirector ejecutivo del Campus Sur UVG. Exdecano de la Facultad de Ingeniería UVG. Catedrático universitario.