con otra mirada
¡Y dale con negar los hechos!
Operación con la que las aguas oligárquicas volvieron a su nivel y recuperaron el poder
En el calendario chapín, el 20 de octubre es una fecha marcada con signos de libertad, honorabilidad y esperanza, en un contexto de opresión y autoritarismo locales, bajo la sombra del fascismo mundial, propia de la II Guerra Mundial durante aquel 1944.
Llamaron Conflicto Interno, como si se tratara de regatear el precio de los tomates en el mercado.
Por demás está repetir aspectos oscuros para la cultura y las artes durante los 13 años de la dictadura ubiquista, pero sobre todo, para el pueblo, que por su naturaleza étnica y calidad laboral siguió siendo motivo de desprecio y explotación en beneficio de aquellos pocos que conservaron el poder desde la independencia. Con el nacimiento de la incipiente república, la tenencia de la tierra concedida durante el período colonial se expandió con la Reforma Liberal de 1871, al ser arrebatada a los pueblos indígenas que la tuvieron desde siempre. En este punto viene a mi memoria Eduardo Galeano: “Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: ‘Cierren los ojos y recen’. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.
Cada 20 de octubre, Guatemala conmemora la gesta revolucionaria protagonizada por estudiantes, maestros, obreros, empresarios y militares, ante el generalizado descontento por el estancamiento social y aislamiento político en el que la dictadura mantenía al país, contrastante con la encomiable obra pública en carreteras, infraestructura vial y emblemáticos edificios, que hoy siguen siendo dignos de admiración. Aquel movimiento liderado por quienes llegaron a integrar la Junta Revolucionaria de Gobierno cambió la manera de gobernar; redactó una nueva constitución política y convocó a elecciones libres que provocaron la apertura democrática con dos gobiernos que transformaron al país, haciéndolo entrar en el siglo XX, política, social, económica y culturalmente hablando.
Hubo reforma educativa, reglas claras para los trabajadores, empezando por la duración de la jornada laboral y seguridad social. Se contrarrestó el monopolio de la UFCO respecto del transporte de mercadería, producción eléctrica y tenencia de la tierra ociosa; medidas que igualmente afectaron a quienes siguen considerándose dueños del país.
La reacción no se dejó esperar. La CIA, en defensa de los intereses de sus patronos, fraguó la operación encubierta PBSUCCESS que derrocó al presidente Árbenz. Operación con la que las aguas oligárquicas volvieron a su nivel y recuperaron el poder. Ese período histórico fue negado en los programas de estudios. Lo mismo pasó con la Guerra Civil de 36 años, resultado de aquel icónico hecho de 1954. Fue el 13Nov1960 cuando jóvenes militares se rebelaron en contra del gobierno corrupto del general e ingeniero Miguel Ydígoras Fuentes. Hubo protestas, reclamos y manifestaciones por el atraso al que nuevamente se conducía al país en beneficio de unos cuantos; el resultado fue más de 200 mil muertos.
Evidentemente, la represión y corrupción no fueron exclusivamente nuestras. El mundo entero estaba en convulsión: la guerra de Vietnam eternizada de 1955 a 1975; el mayo francés y sus barricadas, junto a la matanza de estudiantes en Tlatelolco —plaza de Las Tres Culturas— en 1968; la masacre en la plaza Tiananmén, en 1989, etcétera. Pero volviendo a lo local, la clase dominante llegó al colmo de impedir que en los colegios privados se conozca sobre la Primavera Democrática de 1944 a 1954, y la Guerra Civil entre 1960 y 1996, cuando se firmó la Paz; guerra que eufemísticamente llamaron Conflicto Interno, como si se tratara de regatear el precio de los tomates en el mercado.
Con una clase despótica así, el pueblo jamás levantará cabeza.