pluma invitada
La brújula organizacional
La brújula organizacional debe ser también una herramienta de cohesión.
“¿Qué camino debo tomar?” preguntó Alicia. El gato le contestó: “Eso depende. ¿A dónde quieres ir tú?”. Alicia respondió: “No me importa mucho a dónde” y el gato le contestó: “Entonces realmente no importa el camino que escojas”. Esta conversación refleja una verdad fundamental en el mundo empresarial: si una organización no tiene un norte claro, poco importa qué camino tome. Muchas empresas enfrentan este problema, dispersando esfuerzos y perdiendo rumbo.
La brújula organizacional debe ser también una herramienta de cohesión.
Imaginemos que las organizaciones son como un barco de pesca. En el puente de mando, los líderes tienen la carta náutica y la vista del horizonte. Mientras tanto, los colaboradores manejan motores, redes y velas, conociendo a fondo las aguas en las que navegan. Para alcanzar el objetivo, los líderes deben estar atentos y comunicarse con claridad. De lo contrario, la falta de comunicación entre el puente y la tripulación puede hacer que se desvíen del rumbo.
Una estrategia, por sí sola, no garantiza el éxito. Más que la genialidad detrás de su formulación, lo que realmente importa es su adopción interna y el nivel de compromiso de quienes la ejecutan. Es aquí donde la brújula organizacional cobra relevancia. Esta herramienta de orientación se vuelve inútil si no sabemos de dónde partimos, hacia dónde queremos llegar y qué rumbo tomar para lograrlo.
Sin una comunicación clara y constante del destino final, cualquier coyuntura puede convertirse en una desviación. Los líderes deben ser conscientes de que las organizaciones no pueden permitirse tener un déficit de atención. En el entorno empresarial, el ruido siempre está presente: cambios de mercado, nuevas tendencias, crisis imprevistas, entre otros. Para que la organización no se descarrile, es crucial poder discernir entre el ruido y las acciones que realmente llevan hacia la meta.
Este discernimiento se logra estableciendo una comunicación que no solo indique el rumbo, sino que también brinde la confianza y el empoderamiento necesario a los colaboradores para tomar decisiones alineadas con ese destino. Los líderes deben ser capaces de transmitir la visión de tal manera que los colaboradores, quienes están inmersos en la ejecución diaria, puedan actuar de manera autónoma y efectiva. Una organización que no confía en su equipo se arriesga a perder agilidad, quedar paralizada frente a las coyunturas y perder su sentido de dirección.
La brújula organizacional debe ser también una herramienta de cohesión. La cultura corporativa juega un papel clave en este proceso, ya que refleja la alineación entre la estrategia planteada y las acciones diarias de los colaboradores. De nada sirve establecer un plan si quienes están en la tripulación no entienden cómo sus decisiones impactan en la consecución de los objetivos.
Para que una organización realmente navegue hacia su meta, sus colaboradores necesitan confiar en los líderes y en la estrategia planteada. Y esta confianza no se impone; se construye a través de una comunicación abierta, transparente y bidireccional. Los líderes deben compartir el porqué de las decisiones, las implicaciones de los objetivos y el impacto de los resultados, mientras crean un ambiente donde los colaboradores puedan expresar inquietudes, retroalimentar y proponer mejoras.
Los líderes saben hacia qué banco de peces quieren dirigir el barco de pesca, pero la tripulación conoce la temporada del año, la posición de la luna, la temperatura del agua, las migraciones de la vida marina y las fases de crecimiento de los cardúmenes. Además, entienden las profundidades y las velocidades a las cuales se debe navegar para lograr una pesca exitosa de la especie buscada. Todos estos factores forman parte del entorno que los colaboradores monitorean de cerca, guiando con precisión a la organización hacia el éxito. El liderazgo efectivo no se basa en la microgestión, sino en la capacidad de alinear a todos los miembros hacia un objetivo común, brindándoles las herramientas y la autonomía necesarias para alcanzarlo de manera segura y eficiente.
En un mundo empresarial lleno de distracciones y cambios rápidos, el verdadero reto no es solo fijar un rumbo, sino mantenerlo. Los líderes deben recordar que la brújula organizacional no se limita a definir la estrategia, sino también a comunicarla de manera que los colaboradores la entiendan, la adopten y la defiendan, incluso en tiempos de incertidumbre. Una organización que logra esto se convierte en un barco de pesca firme y seguro, capaz de sortear las tormentas y alcanzar su destino sin perder su propósito en el camino.