Editada por Alfaguara, esta obra llega a las librerías españolas con una tirada inicial de 300 mil ejemplares, y de forma casi simultánea se publica en Hispanoamérica y en Estados Unidos.
Cuando se trata de una nueva novela de Pérez-Reverte, la expectación está asegurada. Por algo su obra está traducida a más de 40 idiomas y ha conquistado a millones de lectores en el mundo.
Y ahora vuelve con una turbia historia de amor, intriga y espionaje, contada desde la madurez de los personajes centrales: Max, un bailarín mundano, ladrón de guante blanco, canalla y guapo; y Mecha, una mujer inteligente, de clase alta y muy hermosa.
“Durante miles de años los hombres habían guerreado, incendiado ciudades y matado por conseguir mujeres como esa“, se dice en la novela.
En el libro, “el amor visto desde la vejez es el protagonista. Ese recuerdo hace revivir cuarenta años de relación, en los que el amor ha ido adquiriendo muchas formas: amor pasión, amor físico, amor melancolía, sexo, amor turbio“, señala el autor.
Cuando se han cumplido los sesenta, “la vida se ve con serenidad. Si no fuera así, sería terrible. Envejecer sin serenidad es la peor aventura imaginable“, dice el escritor antes de asegurar que la edad te hace “más tolerante con los errores de los demás, con los avatares de la vida, pero te hace más intolerante con la estupidez“.
“A mis 61 años (los cumple dentro de tres días), disculpo más a un malvado que a un estúpido. Creo que los grandes males de la humanidad en estos momentos vienen más de la estupidez que de la maldad“, afirma, contundente, el novelista.
La novela, cuyo título alude al tango original que se bailaba en los bajos fondos de Buenos Aires, muy distinto del de los salones elegantes, es también una reflexión sobre la vieja Europa, un mundo de lujo y de elegancia que desapareció en la Segunda Guerra Mundial.
El tango es una obra muy visual, en la que los detalles sobre la moda y objetos de la época están cuidados al máximo. “En esta novela los diálogos son tan importantes como los silencios, y yo necesitaba que el lector viera también a los personajes cuando están callados“, concluye.