CULTURA
Algunas reflexiones del cine guatemalteco a 30 años de ‘El Silencio de Neto’
Películas como 'El Silencio de Neto' son pioneras de un cine con posibilidades de narrar la historia de Guatemala y reflexionar sobre la construcción social del país.
Películas como 'El Silencio de Neto' sirven como recursos artísticos y pedagógicos para leer la historia de Guatemala en ciertas cátedras universitarias. (Foto Prensa Libre: Fotograma del tráiler de 'El Silencio de Neto')
En octubre de 1994, Guatemala tardó varios días en enterarse de que El silencio de Neto había ganado el premio especial del jurado en el Festival Internacional de Biarritz, Francia. Casi al mismo tiempo, la película se estrenaba en el país, iniciando una exitosa trayectoria que la llevó a festivales en España, Estados Unidos y Puerto Rico.
Luis Argueta, su director, relata que, de camino a Nueva York, hizo escala en Madrid, donde pidió a un pasajero rumbo a Guatemala que llevara un periódico con una crítica de la película y fotos de la actriz Eva Tamargo. El paquete llegó al productor Justo Chang, quien difundió la noticia en los medios guatemaltecos.
Aquel hecho llamó la atención no solo por el éxito en el extranjero, sino porque también se trataba de la primera película producida en gran medida por guatemaltecos que se estrenaba en 15 años.
Según recuerda Elías Jiménez, cineasta y director ejecutivo del Ícaro Festival de Cine, antes de El silencio de Neto hubo una “laguna” en la producción nacional, consecuencia del miedo y la violencia durante el contexto de la guerra interna. La última película que se había hecho en el país era Terremoto en Guatemala, dirigida por Rafael Lanuza y estrenada en 1978.
De acuerdo con Sergio Pozuelos, de la Cinemateca Universitaria Enrique Torres, de El silencio de Net data de un periodo muy importante para el cine guatemalteco. El funcionario recuerda que, durante los primeros años de la década de 1990, también se estrenó La niña que vio el mundo desde arriba, una película grabada en Guatemala y México.
Escrita y dirigida por el español Alfonso Albacete, el filme narra la historia de una niña que, al conectarse con la naturaleza, empieza a imaginar que puede volar. Según Pozuelos, esta producción, estrenada en 1992, marca, junto con El silencio de Neto, un renacimiento del cine postconflicto armado interno.
La película de Luis Argueta narra la historia de un niño de 12 años que vive durante la contrarrevolución, enfrentando las ideologías opuestas de su padre y su tío. El director subraya que su propuesta logró contar una historia sin caer en los estereotipos o limitaciones que otras producciones del país habían enfrentado. “Entendimos que se pueden contar historias muy nuestras y que sean de interés”, comparte.
Durante aquella década también surgieron otras producciones que trataban temas de la guerra, como La hija del puma, estrenada en 1994. También se puede mencionar Ixcán, estrenada en 1999 y dirigida por el brasileño Henrique Goldman. Situada en el contexto del conflicto armado en Guatemala, la obra muestra en formato documental la vida en la región de Ixcán. Sergio Pozuelos destaca el valor realista de esa producción, que presenta una faceta cruda de la historia reciente del país.
Años más adelante, Jiménez subraya un momento clave en 2004, cuando se estrenaron tres películas que se filmaron paralelamente un año antes: Dónde acaban los caminos, Lo que soñó Sebastián y La casa de enfrente. “De alguna manera, estas películas marcan el inicio de un movimiento de cine guatemalteco que se ha venido fortaleciendo con los años”, comparte el cineasta.
La casa de enfrente, que mantuvo el récord de taquilla durante ocho años, demostró un cambio en la manera en que el público guatemalteco acepta las producciones nacionales, señala Jiménez. Por otro lado, títulos como Repechaje y Exorcismo documentado marcan momentos clave en la consolidación del cine local durante los últimos 30 años.
Para Jiménez, el cine no solo refleja la historia, sino que puede servir como una herramienta terapéutica, ayudando a las generaciones más jóvenes a comprender eventos de la historia del país, como el golpe de Estado de 1954 o el conflicto armado de los años ochenta. De acuerdo con el cineasta, este tipo de representación ha sido crucial en el desarrollo de un cine que busca mostrar realidades propias y resonar con el público local.
Según Luis Argueta, el cine local se percibe como uno con mayor actividad en las últimas décadas. “Hay entusiasmo. Se encuentran festivales que sirven para la reunión de muchas personas que traen cosas que de otra forma no veríamos. También hay estilos de películas que van desde lo humorístico hasta lo serio”, comparte el cineasta, quien señala la importancia de insistir más en el consumo de películas nacionales: “Me gustaría ver un canal de streaming a nivel mundial de cine guatemalteco”, agrega.
Otro tema para considerar es el valor pedagógico que tiene el cine al convertirse en un recurso valioso para el análisis académico y la educación. Argueta apunta que El silencio de Neto ha sido analizada en varias cátedras universitarias para ahondar más en la historia contrarrevolucionaria de Guatemala.
Elías Jiménez señala que el filme Las cruces, de 2006, ha sido presentado en cursos sobre historia en Guatemala, mientras que La casa de enfrente ha sido investigada en tesis por el uso del lenguaje y la jerga local que tiene la película.
Un análisis y una interpretación propia del cine guatemalteco de hace unas cuantas décadas es posible gracias a Internet. El silencio de Neto se encuentra disponible en la plataforma Vimeo On Demand; La niña que vio el mundo desde arriba e Ixcán están en YouTube; mientras La casa de enfrente, en la plataforma Cinecentroamericano.com.
Después de estos y otros filmes que en 2024 están por cumplir más de 25 años, la industria cinematográfica local sigue explorando narrativas y formas de colaboración con otros países. De esa cuenta, se han premiado películas en el extranjero como Ixcanul, Nuestras Madres o Pólvora en el corazón, mismas que destacan por su exploración de la violencia en Guatemala.