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Terreno suelto y empinado: cómo es el área donde ocurrió el derrumbe en la ruta al Atlántico y qué riesgos tiene la zona

Laderas empinadas y rocosas que predominan en la ruta al Atlántico, así como las zonas de extracción cercanas a la carretera, convierten la zona en peligrosa, asegura experto.

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Un derrumbe de grandes proporciones afecta el kilómetro 61 en ruta al Atlántico. El incidente ocurrió el domingo 6 de octubre por la tarde. (Foto Prensa Libre: Ejército)

El derrumbe en ruta al Atlántico en el kilómetro 61, en Agua Salóbrega, Sanarate, El Progreso, evidenció que este tramo sigue siendo propenso a desprendimientos.

En un análisis preliminar después del incidente, el ingeniero Manuel Mota explica que la zona presenta factores de riesgo, al igual que varios tramos de esta ruta principal en Guatemala, debido a los taludes pronunciados y la inestabilidad del terreno.

El área donde ocurrió el derrumbe está cerca de una zona con antecedentes de extracción de materiales, aunque no en el punto exacto del desastre.

Mota menciona que hay extracción de piedra en las cercanías, especialmente en un lugar llamado "La Chifurnia" y más cerca de Sanarate.

Aunque las autoridades no han confirmado el nivel de riesgo en este tramo, el ingeniero señala que este incidente, sumado a otros anteriores en la misma ruta, evidencia que existen riesgos latentes en el área.

"Desde mi punto de vista, yo lo tomo como un nivel alto de riesgo. Al observar en los videos cómo se van desprendiendo los bloques, eso es una muestra clara de que el terreno está muy inestable y el material es muy suelto", explicó Mota.

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Según el entrevistado, el área es vulnerable debido a la inestabilidad del terreno, que se agrava por las lluvias.

Aunque no se detectaron lluvias en el momento del desastre, las precipitaciones anteriores podrían haber desestabilizado la pendiente.

"El problema es que cuando llega un punto donde la tierra ya perdió toda su capacidad de sostenerse a sí misma en forma natural, definitivamente, en cualquier momento, puedes puede caer", agrega.

Ruta vulnerable

A lo largo de la ruta al Atlántico varios tramos presentan pendientes pronunciadas, con formaciones rocosas incrustadas entre las capas de las laderas.

En algunos puntos, las inclinaciones son bastante acentuadas, lo que incrementa la vulnerabilidad del terreno y los riesgos para los vehículos tanto comerciales como particulares que transitan por la zona.

"Es una zona que tiene características muy malas. Si usted recorre en la actualidad esa ruta, usted va a ver en época de lluvia que hay tramos que se desprenden fácilmente", describió Mota.

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A lo largo del trayecto con dirección a Oriente del país, por la ruta al Atlántico, se observan laderas bastante empinadas y rocosas. (Foto Prensa Libre: Ejército)

La zona tiene una historia de deslizamientos, caída de rocas grandes y otros incidentes recurrentes, especialmente en temporadas lluviosas.

"No se puede dudar de que cualquier terreno es propenso al llover, pero que haya un tramo tan extenso donde se miren seguido los incidentes, usted dice, bueno, aquí hay una ruta importante que tratar", puntualizó.

Mota recordó que en la ruta se han registrado múltiples percances, incluyendo uno significativo en 1976 durante el terremoto, lo que obligó a rediseñar la carretera.

"Si nos vamos un poco a la historia, en el terremoto, en donde ocurrió ahora el derrumbe, un poco más abajo en dirección a El Rancho —El Progreso—, ahí se registró uno de los deslizamientos más grandes que bloqueó completamente la carretera en aquel entonces", recordó.

Fue un evento bastante grande que obligó incluso a cambiar el trazo de la carretera en el momento de la reconstrucción, cuenta Mota.

El material del talud en el incidente del domingo 6 de octubre estaba muy suelto y susceptible a deslizamientos, según observó.

Pequeñas perturbaciones, como la vibración de vehículos, podrían haber desencadenado el colapso. Son diversos factores lo que pueden generar el riesgo de desastres como este último percance.

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Medidas preventivas

El entrevistado sugirió que se deben tomar medidas preventivas, como monitorear y analizar los taludes durante la época seca, identificando zonas problemáticas y tomando acciones preventivas antes de la llegada de la temporada de lluvias.

“La prevención debe ser prioritaria, no solo la respuesta reactiva”, afirmó.

Mota indicó que las autoridades deben implementar medidas de mitigación basadas en estudios técnicos de las características de los tramos en riesgo.

Se mencionan ejemplos como reducir la inclinación de los taludes o instalar mallas protectoras, como en otros tramos de la carretera.

El ingeniero comparó el caso del Libramiento de Chimaltenango, donde hay problemas similares. En ese tramo estima que los derrumbes no fueron previstos debido a la falta de estudios detallados.

Por ello, Mota resaltó la importancia de realizar estudios geotécnicos específicos y periódicos para determinar las intervenciones adecuadas y prevenir futuros incidentes.

El Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV) informó este martes 8 de octubre de 2024, que debido al riesgo de que continué cayendo tierra y rocas, se construirá una borda en el lugar para evitar la caída de escombros sobre la carretera.

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ESCRITO POR:

Sandy Pineda

Periodista de Prensa Libre especializada en política y temas sociales con 7 años de experiencia. Parte del programa International Women's Media Foundation (IWMF) en 2019, y del proyecto Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP) 2023.