“Se presentó un maestro con un turbante elaborado con piedras preciosas, y de estas se formó una pirámide de donde salieron dos maestros, y ellos me llevaron. Desde ese día comencé a crear el son progresivo”, relató Flores en una entrevista que un medio local le hizo en 1990.
Grandeza
Hablar del son progresivo de Flores es ir más allá de lo tradicional. “Fue un genio porque creó un nuevo género y llevó a Guatemala a todas partes”, explica Rajiv Flores, su hijo, quien se unió a Terracota en 1998.
“Él no quería hacer el típico son melancólico, sino uno que mostrara el auge de la civilización maya, que admiraba y respetaba”, comenta Chari, su hija.
Así fue como en 1988, Flores reivindicó el concepto de Terracota, con una mezcla de new age con world music que fusionaba sintetizadores con sonidos del tzijolaj, tun, conchas, chirimías, tortugas y tambores.
Identidad musical
Su acercamiento musical empezó en 1959, cuando su padre lo obligó a aprender a tocar el piano clásico. A los 13 años, después de haber ganado las pruebas en el Conservatorio Nacional, decidió encontrar su identidad melódica en otros ámbitos.
Pasó por el jazz, el rock, la salsa y la samba; interpretó temas de los Rolling Stones, The Seeds, Jethro Tull; fundó bandas como Los Zapatos Tenis Religiosos y Corazón del Sol.
Con Terracota compartió conceptos musicales con Humberto Sandoval, Roberto Abularach, Dieter Lehnhoff, Lester Godínez, Gerlach Dávila, Max Flores —su hermano—, Otto Reyes, entre otros artistas. Viajó por Estados Unidos, España, Egipto, hasta que en Perú, en 1986, encontró lo que buscaba en un colectivo de música autóctona andina.
Así surgieron los discos Nueva Era Maya, Sak Balam Tz’ic y Pok ta Pok, que han llegado a regiones de España, Suiza, Alemania, Cuba, EE. UU., entre otros países. Flores también había compuesto este año su cuarto álbum, El amanecer del jaguar 2012.
Su último concierto, en septiembre del año pasado, fue en el Centro Cultural Metropolitano. En este participaron sus hijos Rajiv y Chari, su esposa Rita, Bruno Campo y Miguel Cuevas. “Leonel exigió la perfección, como siempre lo solía hacer. Una vez más puso su corazón, su alma y brindó un concierto memorable”, recuerda Cuevas.
“La vida de Leonel siempre estuvo ligada al significado de Terracota: una historia que se cocinó a fuego lento hasta su último día”, asegura Rita.
Flores falleció la tarde del 6 de abril por insuficiencia cardíaca, pero su música aún hace eco en la tierra y en el cielo.