Fundamentos
El cuarto salto
La economía de Guatemala ha tenido tres grandes saltos positivos en las ultimas décadas.
Cuando una persona se ve al espejo puede constatar no solo el paso de los años, sino también cómo las decisiones personales que ha tomado conscientemente en algún momento de su vida han moldeado, en buen o mal sentido, su apariencia física. Las dietas, los tatuajes, los cortes de pelo, los hábitos relacionados con el ejercicio o la decisión de llevar una vida sedentaria se verán reflejados en la imagen que tiene enfrente. Esto nos recuerda la importancia y el impacto que las decisiones tienen en nuestra vida. Pues funciona igualmente para los Estados.
¿Estarán nuestras elites dirigentes a la altura de las circunstancias frente a este nuevo reto?
La Guatemala de hoy tiene poco que ver, en algunos aspectos, con aquella que conocimos a comienzos de los años ochenta, en el siglo pasado. Decisiones importantes de Estado que se han tomado a lo largo de la ruta hicieron que dejáramos atrás problemas estructurales y que hoy gocemos de ventajas y oportunidades que antes no teníamos. Esto se debió a la visión de los dirigentes de la época y a su firme decisión de avanzar en los cambios que eran necesarios, por difíciles que estos fueran. Yo les llamo a estas decisiones los “grandes saltos” de nuestra economía. Aun cuando es posible que el lector quisiera añadir algunos otros, yo estimo que tres de ellos tuvieron repercusiones profundamente positivas.
El primer gran salto fue la decisión de convertir a Guatemala en un país exportador de productos no tradicionales. Juntamente con la exitosa exportación de nuestros productos agrícolas e industriales, ahora se añadía un portafolio amplio de productos en los que Guatemala es y ha sido tremendamente competitivo. Con esta estrategia los servicios, las manufacturas, la agroindustria y los textiles, entre otros, tuvieron un importante impulso. De repente cadenas productivas de pequeñas empresas comenzaron a surgir en áreas tradicionalmente relegadas, produciendo una generación de riqueza no vista antes.
El segundo salto lo constituyó la apertura del mercado de telecomunicaciones. Quienes todavía recuerdan cómo era el monopolio de la telefonía en Guatemala sabrán que esta decisión estratégica cambió, y para siempre, el modo de comunicarse en el país. La telefonía privada ha llegado a todos los rincones y a todos los estratos sociales. Podemos afirmar que se democratizó la comunicación en nuestro territorio. El tercer salto fue la transformación del modelo de energía. De la cultura de los apagones pasamos a una de generación con autoabastecimiento y a una transformación de la matriz de generación energética que ha permitido que el país aproveche, por medio de un sector privado muy dinámico, sus distintos recursos.
Dar un salto cualitativo en la economía no es una ocurrencia de momento. Es una decisión pensada que lleva consigo varios elementos. Primero, una ley marco que establezca el nuevo paradigma con el que se trabajará. Segundo, una institucionalidad fuerte, independiente y técnica que le dé vida al modelo y que la separe de los caprichos políticos del momento. Tercero, una serie de decisiones de política pública que la agilicen.
Estamos frente a un posible cuarto salto. Me refiero al tema de infraestructura. Se busca discutir el paradigma de cómo se realiza la obra pública. Se buscaría hacerlo eficiente y crearle mecanismos de control. Hoy podemos tomar una decisión que nos haga ver diferentes en el espejo en unos cuantos años. ¿La generación actual de tomadores de decisión estará a la altura de lo que urgentemente necesitamos?