Un ejemplo de autorregulación

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—como este— en los cuales tal derecho se debe enfrentar al de la individualidad de una persona, en especial si se trata de un infante. No debe haber leyes para limitarla, sino esto debe ser producto de la acción voluntaria.

UNO DE LOS PUNtos filosóficos de asuntos como este se refiere a dónde se encuentra el límite a la libertad de información periodística. Tema muy difícil porque es nebuloso y por ello no tiene fronteras claramente enmarcadas. Depende de las condiciones sociales de un país, de la costumbre, de cómo reacciona el público ante la exposición pública de asuntos internos de las personas, así como de las leyes existentes para regularla. No se puede tener una política de publicar todo si no se le coloca la posibilidad, y se explica, cuáles son las razones para no publicar algo. Es parte de la responsabilidad en el ejercicio de una libertad muy valiosa, fundamental. Y cada caso necesita ser analizado individualmente, porque casi nunca son iguales.

LA TAREA DE INFORMAR se puede cumplir, en casos como el comentado hoy, con una descripción del ambiente, con entrevistas a expertos acerca de las posibles consecuencias legales y, sobre todo, psicológicas de este tipo de declaraciones. La prensa, en términos generales, no está integrada por gente sin respeto a los sentimientos ajenos. Muchas veces es cuestión de detenerse un poco a meditar acerca de la responsabilidad implícita en el ejercicio de toda libertad. Ayer, la prensa guatemalteca cumplió con esa tarea sin haber realizado ninguna acción —a mi conocimiento— cuestionable. A todo esto ayudó una falla de tipo técnico por la cual hubo un atraso de cuatro horas y debió cambiarse el lugar donde se realizaría la declaración.

EL PÚBLICO TAMBIÉN tiene su parte en todo esto. No puede exigir la publicación de todos los detalles, ni de las fotos del niño entrando, saliendo, bajándose del carro, etcétera. Tiene la edad suficiente para también tener alguna idea de lo importante de su declaración. La delicadeza en el trato del caso debe ser un factor tomado en cuenta por los defensores y los acusadores, por quienes hacen las preguntas y cómo las hacen. Debe haber también una vigilancia especial de temas tan importantes como el lenguaje corporal, los gestos, el tiempo pasado antes de contestar. Todos deben tener como guía el beneficio del niño, no la victoria en uno u otro sentido, porque de los diálogos dependerá no solo una sentencia, sino la calidad de la vida de Roberto José.

EN LAS ÚLTIMAS SEMAnas se ha hablado mucho, en un sentido u otro, acerca del tema de la responsabilidad del ejercicio periodístico. Según yo, es bueno hacerlo porque ayuda a reporteros, camarógrafos y columnistas, a conocer los criterios de los lectores y los radio oyentes o televidentes. Y a estos últimos, las razones por las cuales es bueno —o es el mal menor— cuando los medios informativos actúan de una u otra manera. La cobertura periodística en sí no es mala —por supuesto, cuando estamos hablando de la práctica profesional responsable. Pero puede tener malas consecuencias para personas involucradas de manera inesperada e inmerecida en hechos noticiosos destacados. Es cuestión de una sensibilidad para la cual las leyes no deben ser necesarias.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.