Una obra de Rodolfo Abularach que muestra un ojo habrá sido observada con curiosidad y detenimiento por otros muchos ojos, y un paisaje de Hannes Wiemann nos traslada al idílico altiplano del país.
“Me gustan los colores, los paisajes, y aunque algunas tienen figuras que no se entienden, se disfruta ver de cerca estas obras, hasta casi tocarlas, pero no es posible, porque son carísimas; se arruinan”, expresó un visitante, durante la concurrida inauguración.
Lograr que gente de distinta condición social se interese por visitar las galerías es uno de los propósitos de este tipo de exposiciones, para borrar el paradigma de que estas se reservan para la élite, aunque sea este grupo el que las compra. Los organizadores de esta muestra manifiestan que este es un reconocimiento a los bancos que han sido promotores de las expresiones artísticas en el país.
Antigua práctica
Desde el siglo XIV, en especial en Italia, las familias de banqueros se convirtieron en mecenas, con lo que lograron que permaneciera hasta nuestros días el genio de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel o Raphael, íconos del Renacimiento. En la actualidad, la banca continúa siendo gran promotora y benefactora del arte y la cultura”, expresa el historiador Enrique Gordillo Castillo.
Pero de alguna manera todos hemos contribuido a la adquisición de las obras y, por consiguiente, al fomento del arte, al pagar los intereses de las tarjetas de crédito, de algún préstamo bancario o depósito a plazo fijo, cuyas ganancias van a los activos de los bancos.
En el acto inaugural de estas muestras, los salones de exposición fueron insuficientes para tantos visitantes. No fueron pocos los que prometieron volver para observar con detenimiento este tesoro visual.