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El déficit cero contra el de tres

Después de años donde la clase política vivió poniendo cepos a las libertades individuales, hoy venimos aquí a ponerle un cepo al Estado.

Como vengo diciendo desde el año pasado, la vida nos dio la oportunidad, única en la vida y quien sabe si en la historia, de contrastar en tiempo real dos visiones diametralmente distintas del gobierno: la de hacer crecer el Estado lo más posible y la de reducir la injerencia del gobierno en la vida de los ciudadanos, lo más posible. Esto sucede frente a nuestros ojos en Guatemala y en Argentina. El capítulo más reciente de este increíble experimento que tenemos la gran suerte de presenciar es el presupuesto para el 2025, el primero que presentan las dos administraciones. ¿Cuál cree usted que será el más exitoso?

Esta diferencia abismal muestra con hechos, no con retórica, la visión diametralmente opuesta que tienen ambos gobiernos.

El gobierno de Guatemala, presidido por Bernardo Arévalo, presentó a principios del mes su proyecto de presupuesto para el año entrante. Es un presupuesto bastante grande, que crece mucho con relación al presupuesto que se ejecuta este año, aun con la gigantesca ampliación presupuestaria.

El gobierno de Argentina, presidido por Javier Milei, presentó el 15 de septiembre, mientras aquí se celebraba la Independencia, su proyecto de presupuesto. Un presupuesto con equilibrio fiscal, para lo cual se reduce considerablemente el gasto del gobierno.

El parámetro más importante de comparación es cuánto pretende gastar el gobierno comparado con cuánto espera recibir. El gobierno de Guatemala pretende gastar una cantidad equivalente al 3.2 por ciento del PIB más allá de lo que espera recibir. Esto es a lo que se le llama el déficit fiscal. Por su parte, el gobierno de Argentina plantea un presupuesto con déficit cero, es decir, que no se gastará nada que no se reciba. Solo esto ya es una diferencia abismal, que muestra con los hechos, y no con la retórica, la visión diametralmente opuesta que tienen ambos gobiernos.

Pero Javier Milei fue mucho más allá. No solo planteó un déficit cero, sino que además propuso una forma innovadora de calcular el presupuesto que garantiza que se mantenga equilibrado, el próximo año y en el futuro. En lugar de utilizar el método tradicional de estimar primero cuánto se va a gastar y después ver cómo se paga o financia ese gasto -generalmente endeudando a las futuras generaciones y con inflación- Milei plantea el proceso al revés. Primero se estima cuánto se puede recaudar y luego cómo se va a gastarlo. La genialidad aquí es establecer una regla inquebrantable de que debe primero existir un superávit primario, el cual obligatoriamente tiene que ser, por lo menos, de la cantidad de intereses que se deben pagar en el año sobre la deuda. Lo que sobre, luego de pagar los intereses, es lo que se podrá gastar en el presupuesto.

La regla además indica que, si los ingresos no son los que se esperaban, el gobierno debe reducir sus gastos hasta llegar al déficit cero. Y si la recaudación es mayor a lo esperado, se pueden aumentar los gastos “automáticos”, pero no los discrecionales, y el dinero que sobre se utilizará para amortizar la deuda. Con esta fórmula, no importa cómo evolucione la economía, siempre se tendría un equilibrio fiscal. Adicionalmente, la regla establece que, conforme vaya creciendo la economía, los excedentes se devolverán a la ciudadanía por medio de la reducción de los impuestos.

Me parece genial la propuesta de Milei. Pienso que él la describe muy bien: “Después de años donde la clase política vivió poniendo cepos a las libertades individuales, hoy venimos aquí a ponerle un cepo al Estado”. “Y vamos hacia ser el país más libre del mundo, porque la libertad nos traerá prosperidad y nos hará grandes de nuevo”.

Por último, una frase que bien podría estar dirigida a la administración antípoda: “La razón del déficit es la compulsión inagotable de los políticos por el gasto público, que no reconoce restricción presupuestaria alguna. Es sólo gastando plata que no es suya que pueden hacer negocios para ellos, sus clientes y sus amigos”. ¿Usted qué opina?

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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