Catalejo

CC y CSJ: urge cambiar los criterios de renovación

El obsoleto sistema de postulación y la mala fe de tantos, aunada a la ceguera, en resumen desprestigian a Guatemala.

El 89% de un grupo de aspirantes a algo es muy alto y podría provocar la suposición de gran calidad entre ellos, pero si el porcentaje para ser elegibles es de apenas 64, tal factor aumenta el número y proporciona la engañosa impresión acerca de la calidad de la prueba. En números, la comisión de postulación dio el pase a 1,236 candidatos, de los cuales enviará al Congreso 312 nombres para escoger a 156 magistrados y 52 suplentes de las salas de apelaciones. El sistema, diseñado hace algunos años, evidentemente ya no tiene aplicación práctica a causa de los elementos a tomar en cuenta, simplemente integrados por condiciones en las cuales no se le ha dado la suficiente importancia a la imagen y otros factores abstractos, pero fundamentales.

El obsoleto sistema de postulación y la mala fe de tantos, aunada a la ceguera, en resumen desprestigian a Guatemala.

Serán escogidos entre jueces y fiscales cuestionados nacional e internacionalmente, considerados antidemocráticos y favorables a la corrupción; alumnos de políticos condenados en el extranjero, suplentes de la Corte de Constitucionalidad, procesados por defraudación, y personajes cuestionados, como Rafael Curruchiche y otras personas de confianza de Consuelo Porras. A ello se agrega el corto tiempo a disposición de los comisionados –apenas uno o dos días. Gracias a ello no solo se mantendrá sino seguramente aumentará, con la indudable consecuencia de acrecentar la desconfianza popular acerca de la confiabilidad del sistema de justicia, politizado monstruosamente. Los efectos negativos de la escogencia durarán los cinco años del período y pueden superarlo.

Por estas razones a nadie debe sorprender el criterio de la misión de observación de la ONU al respecto de quiénes serán escogidos para los cargos antes mencionados. El daño principal a esa escogencia lo constituye tomar en cuenta simple y sencillamente aspectos legales, por tanto falibles, burlables o cambiables según soplen los vientos en un sistema legal olvidado de la importancia de conceptos abstractos, pero fundamentales, como la honorabilidad y la credibilidad personales. Son un derecho inherente a todo ciudadano, pero se pierden por acciones cuestionables en el campo legal y también en el personal. Toda persona tiene derecho a ser considerado inocente hasta no serle comprobado lo contrario fehacientemente y sin trampas güizachescas de jueces venales.

Sin embargo, ser condenados, cumplir la pena y salir, no puede dejarlos elegible a un cargo en el sistema legal. Es lógica elemental tal vez ajena a la lógica jurídica, pero superior. La honorabilidad se pierde con un crimen, si no es acusación malintencionada. La persona puede recuperarla legalmente pero por ser un concepto abstracto, invisible, no puede medirse por varas, litros. Esto podría parecer discriminatorio pero no lo es en los casos de cargos públicos, sobre todo legales, donde es fundamental la honorabilidad, otro concepto abstracto fundamental para la aplicación impoluta de la ley, por su parte sólo digna cuando no se relaciona, mucho menos se pone al servicio y a la orden de intereses politiqueros, políticos, económicos, religiosos y demás.

Un problema serio del sistema de comisiones de postulación consiste en la posibilidad de afectar a quienes participan con toda buena fe, salen injustamente afectados porque intereses oscuros, al triunfar con la escogencia de gente sin honorabilidad profesional –aunque sea cuestionable si ésta no es indivisible a la personal. De nuevo se demuestra: no son los malos quienes participan para beneficiar al país, sino aquellos dispuestos a hacerlo para beneficiarse económica o ego nefasto. Estas consideraciones, creo, permiten predecir la presencia de personajes aún peores a quienes han manchado al sistema legal y provocan una vez más el aumento del desprestigio nacional con todos los miles de consecuencias negativas para la confianza extranjera y sobre todo local.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.