Meta humanos

Quetzaltenango y Totonicapán: un valle para conectar con el futuro

Porque solo una población conectada, educada y saludable puede generar cambios sostenibles a largo plazo.

En septiembre del 2024, en el marco del Día Mundial sin Auto, le estaremos entregando al ministro de Comunicaciones, Félix Alvarado, el anteproyecto para conectar el valle de Quetzaltenango y Totonicapán con un nuevo modelo de movilidad sostenible que, además, fomenta el turismo comunitario.

El reto es grande, pero la oportunidad lo es aún más.

El valle que une Quetzaltenango y Totonicapán es más que un simple corredor geográfico; es un espacio cargado de posibilidades y recursos invaluables. En sus montañas, bosques y comunidades late el potencial para un desarrollo territorial que trascienda las soluciones superficiales y se enfoque en transformar las condiciones de vida de sus habitantes.

El desarrollo histórico de esta zona ha sido obstaculizado por una falta de conectividad y una fragmentación en las políticas públicas, que no han logrado integrar las necesidades locales. Esto ha generado un distanciamiento físico y económico entre las comunidades, imposibilitando que sus talentos y recursos se aprovechen plenamente.

Ante esta realidad, el reto es grande, pero la oportunidad lo es aún más. Resolver los problemas de movilidad es un primer paso, aunque no es el único. Las soluciones deben atender las causas subyacentes de la inequidad, la falta de acceso a servicios básicos y la desconexión social. Aquí surge la necesidad de priorizar la construcción de un sistema de ciclovías y calles completas que, de manera eficiente, conecten las áreas rurales con los centros urbanos. Además de mejorar considerablemente el desplazamiento, también abrirá puertas a nuevas oportunidades de desarrollo económico, educativo y de salud.

Este valle tiene las condiciones para convertirse en un modelo de cohesión territorial, donde la movilidad se enfoca en transportar personas de forma eficiente y además se convierte en el vehículo de nuevos proyectos. Invertir en la conectividad física es crucial, pero también lo es la integración de las comunidades, su cultura y su sabiduría ancestral en un plan metropolitano. Es en este punto donde los liderazgos locales juegan un papel crucial. Son los actores más cercanos a las necesidades del territorio y quienes mejor pueden impulsar iniciativas que tengan un impacto directo y positivo. Pero, para que estos liderazgos florezcan y den frutos, es imprescindible una voluntad política clara, firme y sostenida. Las autoridades deben reconocer que el desarrollo de este valle no puede quedar relegado a los márgenes de las agendas nacionales. Es un tema de infraestructura y es una cuestión de justicia social.

El verdadero capital de Quetzaltenango y Totonicapán reside en su gente. Las comunidades locales poseen una riqueza cultural y un conocimiento que debe ser valorado, potenciado y conectado. Son ellos quienes, con su trabajo y dedicación, han mantenido vivo este territorio a lo largo del tiempo. Invertir en un nuevo modelo de movilidad, en educación y salud es una inversión en el futuro de la región. Porque solo una población conectada, educada y saludable puede generar cambios sostenibles a largo plazo. Las soluciones para este valle deben ser integrales. El anteproyecto para un nuevo modelo de movilidad reconoce y respeta sus recursos naturales, valora a su gente y entiende que la movilidad no es solo física, sino también social, cultural y económica. La propuesta es transformar este espacio en un ejemplo de desarrollo territorial. Para ello se necesita más que infraestructura, se necesita una visión a largo plazo que priorice el bienestar de las personas y del entorno. Con voluntad política, liderazgos comprometidos y un proyecto centrado en la vida, este valle va a ser un ejemplo para todo el país.

ESCRITO POR:

Luis Fernando Castillo

Arquitecto, urbanista, investigador y catedrático universitario; con experiencia en educación como eje de transformación social, diseñando e implementando plataformas para la innovación ciudadana