Por la memoria
en donde la teología de la liberación estaba penetrando fuertemente, como un método de asumir su compromiso histórico de la opción preferencial por los pobres. Así como también comienza a nacer, sobre todo en el sur de México, el proceso de incorporar elementos indígenas en las misas, e incluso algún sector más progresista de las iglesias evangélicas asumió su compromiso de liberación. Esto motivó la conciencia de muchos jóvenes indígenas de Guatemala.
En casi toda América Latina, los movimientos indígenas emergentes estaban en proceso de revitalizar su identidad. En todos los países del continente, no solo había una lucha por la recuperación de la tierra, sino, además, se le estaba dando el sentido de que ella es la “madre de los pueblos indígenas”. Sin ella los pueblos indígenas no pueden existir y se recupera el principio del hijo o hija de la tierra. Así es como se comienza a recuperar la espiritualidad maya y sus propias formas de celebrar la vida.
En casi todos los pueblos se inicia un proceso para terminar con la discriminación contra los indígenas. Por ejemplo, se cambia la famosa elección de reinas bonitas indígenas y se asumen símbolos propios de las comunidades; por ejemplo, en San Cristóbal Verapaz, se comienza a elegir a la Rixk’ux Kajkoj.
Otro elemento importante es que este grupo de jóvenes también asume su compromiso de velar por el sufrimiento de los pueblos. Recordamos con nostalgia aquellos momentos en que se decidió por fundar lo que hoy es el cuerpo de Bomberos Voluntarios de San Cristóbal Verapaz, en donde ellos jugaron un papel importante e involucraron a muchos padres de familia para que juntos pudiéramos tener un cuerpo de socorro con ética y principios humanos en el municipio.
Participar en estas actividades humanitarias y sociales fue el delito por el que fueron perseguidos y posteriormente desaparecidos y asesinados por miembros de las fuerzas represivas del Estado, el 17 de enero de 1983: Carlos Antonio Catalán Choc y Salvador Morán Ical, por quienes ahora también se pide justicia.
Cuánto odio y rencor habría en el corazón no solo de quienes perpetraron tan macabro crimen, sino de quienes lo idearon. Arrebatar a tantos jóvenes visionarios la vida solo podría caber en la mente de alguien que goza con el sufrimiento de las familias a quienes arranca del seno a un hijo a una hija.