A contraluz
Régimen de terror en Nicaragua
La dictadura despojó de su nacionalidad a los 135 nicaragüenses que acogió Guatemala y les robó sus bienes.
El argumento de 1984, la novela distópica de George Orwell, gira en torno a un régimen totalitario liderado por el Partido, bajo la figura omnipresente del Gran Hermano, quien representa la vigilancia y el control total sobre la sociedad. El dominio sobre las personas no solo es físico, sino mental, por medio de la manipulación de la información y la represión contra todo tipo de pensamiento crítico. El escritor se inspiró en las dictaduras sanguinarias de Stalin, en la Unión Soviética, y de Hitler, en Alemania, para retratar el despotismo que elimina las libertades ciudadanas. Hoy día, Orwell encontraría en Nicaragua suficiente material para describir el régimen de terror que han impuesto Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes creen que ese país es su finca familiar y pueden hacer lo que les venga en gana, porque tienen el control absoluto sobre los tres poderes del Estado.
Ortega y Murillo han impuesto un régimen de terror en Nicaragua contra cualquier forma de crítica.
Uno de los últimos hechos criminales que cometieron Ortega y Murillo fue el despojo de la nacionalidad y el robo de todos los bienes, inmuebles y cuentas bancarias de los 135 presos políticos que fueron expulsados hacia Guatemala, la semana pasada. Cuando se conocen los motivos por los cuales estas personas fueron capturadas y mantenidas en cautiverio se entiende el nivel de enajenación mental que tiene esta pareja. Por ejemplo, el profesor Freddy Quezada fue condenado por dar un like a una publicación en la red social X sobre el poder de movilización de Miss Universo, la nicaragüense Sheynnis Palacios. Lo mismo le ocurrió a Isaías Ruiz, quien ahora está desterrado por opinar en redes sociales. Shalon Zapata fue detenida y encarcelada por imprimir una foto del obispo Rolando Álvarez, y José Enrique Sánchez fue aprehendido luego de participar en una actividad de la Iglesia Católica en la Semana Santa de 2023.
Fueron capturados, torturados en prisión y luego desterrados por nimiedades. Según la Corte Suprema de Justicia, bajo el control de Ortega y Murillo, estas personas cometieron delitos que atentaron contra la soberanía, independencia y autodeterminación del pueblo nicaragüense, incitando y promoviendo la violencia, el odio, el terrorismo y la desestabilización económica, alterando la paz, la seguridad y el orden constitucional. Puras falsedades, lo cual refleja el temor que tienen Ortega y Murillo de que la ciudadanía se exprese libremente. Por eso presionaron al Parlamento, también bajo su control, para que reformara la Ley de Ciberdelitos, para aumentar las penas y la potestad de perseguir extraterritorialmente a quienes crean conveniente. Eso implica el endurecimiento de la represión contra las personas que opinen en redes sociales contra la pareja presidencial y su régimen de terror. A partir de esa enmienda, las autoridades podrán rastrear a nicaragüenses y extranjeros dentro y fuera de Nicaragua, e imponerles penas que podrían llegar a la prisión perpetua y la confiscación de sus bienes.
Un grupo de expertos de la ONU dio a conocer un informe en el que señalan a Ortega y Murillo de impulsar un aparato represivo dirigido desde el Estado para imponer un régimen de terror con graves violaciones y abusos a los derechos humanos. El reporte indica que la pareja presidencial ha cometido crímenes de lesa humanidad, como la persecución política, encarcelamiento injusto y privación de la nacionalidad. Además de la existencia de casos de desaparición forzada, como la del dirigente indígena y diputado Brooklyn Rivera, quien fue detenido por la policía, pero las autoridades niegan que esté en prisión. A ello se agrega que hay al menos 36 presos políticos que siguen siendo torturados en las cárceles de la dictadura. Ni siquiera Somoza se atrevió a tanto, como lo están haciendo ahora Ortega y Murillo, quienes acallan toda forma de información y opinión que no les sea favorable.