Revista D

Poderosa herramienta

El coaching trata de ayudar a "gente real", con "problemas reales", mediante "soluciones reales".

El <em>coaching </em>ayuda a optimizar el funcionamiento individual y colectivo. (Foto Prensa Libre: Archivo)

El coaching ayuda a optimizar el funcionamiento individual y colectivo. (Foto Prensa Libre: Archivo)

Muchos se sienten estancados, tanto en la vida profesional como en la personal. Se sienten hastiados de su empleo, de sus ingresos. Abrumados. Desorientados. Esto, sin embargo, no es extraño. Es un estado generalizado de la población. Pero tiene solución, ya que por ahí ha surgido una legión de coachs, una especie de guías que ayudan a superar los problemas del ámbito profesional y que, incluso, mejoran lo personal.

El coaching

Este es un método que consiste en guiar, acompañar y entrenar a una persona o a un grupo, con el propósito de alcanzar metas o desarrollar habilidades específicas.

En sus comienzos estuvo relacionado con el ámbito deportivo y, gracias buenos resultados obtenidos, se difundió en el sector empresarial.

Las metodologías se aplicaron, sobre todo, para entrenar a ejecutivos, gerentes de recursos humanos y empresarios. Con los años se popularizó y se extendió hacia otros niveles de la organización y se adaptó como modelo para mejorar el desempeño individual de los colaboradores y equipos de trabajo.

“El coaching es un proceso personalizado, ordenado y con una metodología que ayuda a la persona a trazar su plan de vida y a concretarlo”, explica Daniel Villeda, consultor del Grupo Klave, expertos en programas de Recursos Humanos.

En este proceso intervienen el coach, o entrenador, y el coachee, o cliente. El primero es el guía, el encargado de que su “pupilo”, por llamarle de alguna manera, mejore en el desempeño de sus funciones, centrándolo en la consecución de objetivos.

Isaac Ramírez, coacher certificado y editor en Guatemala de la edición semanal de The New York Times, distribuida por Prensa Libre, indica que algunos de los aspectos que más se trabajan son el desarrollo de las habilidades individuales, gestión de tiempo, motivación grupal y personal, dirección y cohesión de grupos, creación de clima laboral positivo, estrategias de liderazgo, optimización de la comunicación, rendimiento, estrés y conciliación entre la vida personal y la laboral.

“Básicamente se trata de conseguir cambios significativos en el comportamiento del coachee, para beneficio de él y de la organización”, indica Ramírez.

Villeda añade: “Se trata de conseguir autonomía, autorrealización, autoconocimiento y eficacia, gracias al desarrollo de habilidades”.

Esto, por supuesto, no solo está dirigido a personas con estrés o que muestren baja productividad en la empresa. A algunos, con una vida bastante equilibrada, incluso, les hace falta una suerte de álter ego que lo escuche y los ayude a priorizar actividades, y que actúe como guía en ciertas situaciones en las que debe tomar partido.

Uno de los factores claves en esta relación entre coach y coachee es que todo se hace de manera confidencial, incluso del departamento de Recursos Humanos.

El proceso

“El primer paso es identificar lo que se quiere conseguir. Luego se trazan los objetivos, siempre que estos sean medibles y realistas. Después se diseñan las estrategias que van a permitir un cambio hacia la consecución de objetivos”, señala Villeda.

Según Ramírez, “el coachee debe ser muy sincero consigo mismo y reconocer sus debilidades”, ya que de eso depende mucho el éxito de la guía.

Además, el coach evita establecer fuertes lazos personales con su coachee, para mantenerse neutral. “El entrenador no es un amigo; es un guía”, enfatiza Ramírez.

Un amigo, por ejemplo, diría: “Tal asunto conviene”, o bien daría una orden sobre lo que se debe hacer. Un coach, en cambio, pregunta: “¿Qué se puede hacer?”. Es, por tanto, alguien que pregunta hasta que su cliente sea capaz de dar respuestas eficaces.

El origen de los problemas

Un aspecto bastante tratado es la gestión de tiempo. “De una mala administración de actividades diarias surgen muchos problemas. Ni hay tiempo para cumplir con el trabajo ni para la vida familiar. Eso genera estrés, angustia, ansiedad y malas conductas, lo cual, a la vez, lleva a tomar decisiones inadecuadas”, comenta Ramírez.

“Alguien que lidera un equipo no debe permitirse gestionar su tiempo de manera deficiente, porque así contagia el nerviosismo a sus colaboradores, desorganiza el trabajo, degrada el clima laboral y el espíritu de equipo”, apunta Villeda.

Ahí surge la figura del coach, pues muestra la realidad de una persona y lo posiciona para que visualice las opciones con las que cuenta. Le ayuda a tomar una nueva dirección. Potencia sus habilidades. Le muestra la virtud de convertir los obstáculos en oportunidades. “El coach brinda nuevas perspectivas; más alternativas”, refiere Villeda.

A partir de entonces comienza el diseño que moverá todo a una nueva dirección. A una situación de éxito.

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