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¡Urgente! calles completas y barrios completos

Gandhi dijo muy bien: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.

Movilizar personas, no vehículos es el principio clave detrás del concepto de “Calle Completa”. Reducir las horas de traslado entre el hogar y nuestros destinos permitiría recuperar tiempo para la vida familiar y social, el cual ahora se desperdicia en el tráfico. Para que la Calle Completa agilice la movilidad de todos sus usuarios —incluyendo a personas con discapacidad y madres con cochecitos— se requieren ciertos elementos mínimos: aceras amplias y continuas, ciclovías interconectadas, un sistema de transporte integrado y seguridad. El resultado es una mejor calidad de vida, ¿verdad? Sin embargo, aunque el flujo por vías sanas y despejadas tiene un impacto positivo, uno no vive en la calle.


La calle, en su versión más completa, sigue siendo solo una interfaz que conecta nuestro hogar con los puntos donde satisfacemos nuestras necesidades: trabajo, ocio, abastecimiento, estudio… Es decir, su función principal es facilitar ese acceso. A partir de esto, podemos inferir que lo que realmente mejora nuestra calidad de vida urbana es la proximidad.


Entonces, ¿por qué no acercar los servicios a nuestros hogares? Las mejoras en proximidad se logran trayendo estos servicios a nuestros barrios. El Barrio Completo es aquel donde se puede hacer todo a pie o en bicicleta, cubriendo la mayoría de nuestras necesidades cerca de casa. Un Barrio Completo es seguro tanto de día como de noche, es compacto y caminable. La bicicleta es uno de los principales medios de transporte, y siempre hay un par de talleres cercanos para repararla. Los niños se organizan para ir juntos en bici a la escuela. Llegar al médico, veterinario o dentista es rápido, sin necesidad de usar el coche. Podemos ir a pie a la peluquería o a hacer las uñas. Al supermercado o al mercado se va en bicicleta, sin necesidad de cargar el carro para grandes compras; si falta algo, se va a la tienda de la esquina.


El Barrio Completo también fomenta la economía local. Además, ofrece cultura y ocio: hay teatro y cine, restaurantes y cafeterías accesibles a pie. Salimos a comer en familia, dejando el coche en casa. Hay parques y canchas deportivas, e incluso un equipo de fútbol, uno de básquetbol y una tropa de scouts. El transporte público es fácilmente accesible. El coche sigue siendo útil, pero no indispensable.

La calidad de vida en Guatemala ha estado en declive por más de dos décadas.


Mi punto es este: la vida urbana se desarrolla en el barrio y sus calles. Los Barrios Completos son nodos, órganos vitales; las Calles Completas son las arterias que los conectan. Ambos son los dos lados de una misma moneda, devaluada en su forma actual. Revalorizarla requiere un cambio de paradigma, que no consiste en una “guerra al carro”, pues sigue siendo útil y necesario, sino en revitalizar y completar el espacio donde vivimos: el barrio y la calle. Nodo e interfaz.


La calidad de vida en Guatemala ha estado en declive por más de dos décadas. La pandemia le dio un respiro a las calles, permitiendo que los pájaros volvieran a cantar. Sin embargo, pronto regresaron los atascos, la contaminación auditiva y del aire. Hoy, incluso las banderas que adornan las áreas públicas están grises, reflejando la gravedad de la contaminación.


Perdemos incontables horas de vida cada año, y nuestros pulmones están en peligro. ¿Queremos seguir bajo este modelo de “desarrollo”? ¿Qué necesitamos para reconocer la urgencia de implementar Calles Completas y Barrios Completos? ¿Cómo nos gustaría que fuera nuestra rutina diaria? Te dejo estas tres preguntas y te invito a reflexionar, pero también a actuar: como individuos, debemos hacer todo lo posible para que el cambio que deseamos ver en Guatemala sea una realidad. Gandhi dijo muy bien: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo.

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