El capitán llegó el martes pasado a la pequeña isla toscana. Una vez allí, se refugió con su abogado en una casa blanca de la parte alta del puerto. Schettino está procesado por homicidios múltiples por imprudencia, abandono de navío y daños causados al medio ambiente.
En declaraciones citadas por la prensa italiana, el comandante, al que algunos apodan el ‘capitán cobarde’, desmintió haber llorado al ver los restos del barco. “Quieren hacerme pasar por un débil, como hace dos años. Pero no soy así. Quiero demostrar que no soy un cobarde”, dijo.
Durante el naufragio, la noche del 13 de enero del 2012, un oficial de la capitanía del puerto de Livorno, el capitán Gregorio de Falco, ordenó a Schettino que volviera a su embarcación, que abandonó mientras se llevaban a cabo las operaciones para socorrer a los numerosos pasajeros.
“¡Vuelve a bordo, caramba!”, le gritó. La grabación de esa conversación fue difundida en el mundo entero. Por su parte, Schettino afirma que cayó en una lancha y que se quedó en el muelle para “coordinar las operaciones de socorro”.
“Lo que más marcó a la isla, fue cuando justamente Schettino bajó del barco la noche del accidente”, comentó el alcalde de Giglio, Sergio Ortelli.
“Nosotros, más que los dos días de su presencia en la isla, lo que nos interesa son los dos años de operaciones de salvamento del buque, que esperamos, terminarán lo antes posible, con una previsión de retirada a finales de junio”, afirmó. “Esta isla quiere recuperar su vida normal, el turismo”, destacó.
El responsable de la extraordinaria operación para enderezar al crucero de lujo en septiembre pasado, Nick Sloane, quien también se encontraba en la isla este jueves, confirmó que “el objetivo” para sacar al enorme mastodonte “sigue siendo para finales de junio, si las condiciones meteorológicas lo permiten”.
La justicia ha autorizado a Schettino asistir a la segunda visita de expertos al barco, para examinar el generador de emergencia y el ascensor. Lo hará “en tanto que acusado y no como consultor” y por lo tanto “no podrá intervenir”, precisó el juez.
Una primera visita de expertos, el 23 de enero, se saldó con la incautación de dos ordenadores que se encontraban en la sala de mandos.
La noche del 13 de enero del 2012, el Costa Concordia, con cuatro mil 229 personas a bordo, entre ellas tres mil 200 turistas, navegó demasiado cerca de la costa y chocó contra los arrecifes, lo que provocó el naufragio.